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Camps fija la mirada en el exterior

El jefe del Consell construye su propia versión del poder valenciano

Cerca de 6.500 kilómetros en una semana. París, Bruselas, Sevilla. Sarkozy, Luc van den Brande, Valcárcel, Arenas, Rajoy. Éste podría ser el resumen de la intensa semana del presidente de la Generalitat, Francisco Camps, que solo ha parado en su despacho para comprobar que su equipo no bajaba la guardia en las tareas domésticas mientras él desplegaba una intensa política exterior. Todo con el objetivo de garantizarse un papel protagonista en su partido y en la política estatal.

El presidente dio el paso al frente el día después de perder Rajoy las generales
Camps trabaja para que su influencia sea más sólida que la que tuvo Zaplana

"Nunca antes se había alcanzado un nivel tan alto de poder valenciano", confiesa un miembro del Consell para referirse a la influencia de Camps en la política estatal. En el PP se sigue utilizando la afortunada expresión acuñada por el entonces presidente de la Generalitat, Eduardo Zaplana. Pero esa es la única semejanza. Entonces eran días de vino y rosas para el PP en el Gobierno de España y Zaplana recurría a su poder de seducción y a la audacia -medió con CiU en los inicios de la primera legislatura, laminó a Unión Valenciana y logró llenar el campo de Mestalla en un mitin en 1996- para intentar ganar influencia ante un José María Aznar que estaba rodeado de pesos pesados en el Ejecutivo y disponía de un buen plantel de barones territoriales.

Hoy las cosas son distintas. Mariano Rajoy acaba de ser derrotado por segunda vez, los líderes regionales que gobiernan en el PP son menos que hace un lustro y, de entre todos ellos, Camps es con diferencia el más fuerte. Gobierna un territorio extenso y poblado y lleva una doble vitola de ganador: frente a Zaplana y frente a los socialistas. Enfrente, la madrileña Esperanza Aguirre aún espera hacerse con su segunda vitola.

Criado en el seno del partido desde los tiempos de Alianza Popular y buen conocedor de la estructura política del Estado, que ha recorrido de abajo hacia arriba, Camps vio llegado el momento de dar el paso al frente el pasado 10 de marzo, al ser el primero en explicitar públicamente su apoyo a la continuidad de Rajoy.

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"Habla con Mariano todos los días, y varias veces", confiesa una persona de su equipo, "pero se equivocaría quien piense que no habla también con otros dirigentes del partido como Esperanza Aguirre".

El presidente de la Generalitat cuida hasta el detalle sus relaciones políticas en el seno del PP y sabe aprovechar las palancas que la Administración valenciana ha puesto a su alcance.

Esta semana ha sido un buen ejemplo de ello. El lunes pasado Camps -acompañado de su mujer y la alcaldesa Rita Barberá- logró coprotagonizar un acto con el presidente francés, Nicolas Sarkozy -acompañado de su esposa, Carla Bruni- en el Palacio del Elíseo. La imagen del acto de entrega a Sarkozy del premio de la Fundación Manuel Broseta por su contribución en la lucha contra el terrorismo colocó a Camps en todos los rotativos españoles. El martes, Camps sólo se dejó fotografiar en el estreno de la ópera Madama Butterfly. El jueves viajó a Bruselas a una reunión del Comité de las Regiones de la Unión Europea. Allí, el objetivo era mantener vivas las referencias a los trasvases en las recomendaciones de lucha contra la sequía que propondrá este organismo a la Comisión Europea. Pero Camps logró otros objetivos menos llamativos, aunque de similar calado: se reunió con los miembros del Grupo Popular Europeo y logró el apoyo a sus propuestas; se presentó acompañado del presidente murciano, Ramón Luis Valcárcel, como un líder mediterráneo y obtuvo la delegación del voto del presidente de La Rioja, que ejerció su vicepresidente Vicente Rambla.

El viernes, Camps viajó con su esposa a la Feria de Sevilla invitado por el presidente del PP andaluz, Javier Arenas. Y ayer se reunieron ambos con Mariano Rajoy en Córdoba. Allí hablaron del próximo congreso nacional del PP, en el que Rajoy aspira a la reelección. Y de la reunión salió una nueva cita entre Camps, Valcárcel y Arenas la próxima semana para empezar ya a arrearle estopa, de manera coordinada, al nuevo Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Pero es más que probable que esa cumbre popular también destile un mensaje de consumo interno que llevará en mano el jefe del Consell a la presidenta de Madrid al encuentro que ambos han fijado para el 21 de abril.

El mismo día se completará la elección de delegados al congreso nacional del PP. Y esa es una de las cuestiones domésticas en las que el presidente de la Generalitat y de los populares valencianos no quiere que le hagan olas ni Carlos Fabra en Castellón, ni los restos del zaplanismo en Alicante. Esta tarea se la ha asignado al secretario general del PP y portavoz parlamentario, Ricardo Costa. Mientras, el vicepresidente político, Vicente Rambla, intenta sacar ese clavo en el zapato del Consell en que se ha convertido la Síndic de Greuges, Emilia Caballero. Pero son trances que ya no protagoniza Francisco Camps, que trabaja para que los brillos de su poder valenciano sean más deslumbrantes que los de Zaplana.

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