Asombro en los novatos, recuerdos en los veteranos
Quizá no lo sepa Txiki Benegas, el veterano socialista vasco, pero su nombre, junto al de Alfonso Guerra, está en boca de todos los diputados jóvenes cuando se les pregunta a quién les ha impresionado más encontrarse en el hemiciclo.
Verdadero asombro en el caso de Miriam Muñoz, una compañera suya de 26 años que ayer se sentaba a su lado en la escalera porque no había ni un escaño libre. Ayer estaba más tranquila que el pasado junio, cuando llegó al Congreso en sustitución de un compañero. El primer día "entré en el hemiciclo vacío, con las luces apagadas, me senté sola en mi escaño, y me eché a llorar". De emoción. Ayer veía su primer debate de investidura, después de superar dos líneas de policías en la Carrera de San Jerónimo que no se creían que fuera diputada y no la dejaban pasar porque llevaba zapatillas deportivas, "como en una discoteca".
Como ella hace unos meses, 109 diputados experimentaban ayer por primera vez presenciar un debate en directo de los primeros espadas. Ser "parte del telediario", como decía Antonio Gallego, del PP catalán. Otros 24 volvían al Congreso después de un tiempo fuera, como Juan Barranco y Soledad Becerril.
Muñoz no había nacido cuando un guardia civil se lió a tiros en el hemiciclo en otra sesión de investidura, la de Leopoldo Calvo-Sotelo, en 1981. Ayer compartía sitio con 12 diputados que estaban también aquella tarde. Como se sabe, sólo Alfonso Guerra ha sido diputado en las nueve legislaturas. Esos políticos lo viven de otra forma. No escudriñan todos los detalles del palacio, como hizo Antonio Gallego durante el debate. No hablan con la pasión con la que Muñoz, o su compañera Sara García, analizaban el debate. Ya han visto muchos, y seguramente les interesaban más los de su generación.
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