'Cocina' a pleno rendimiento
Mientras la llama olímpica sufre, el gigante Nike lanza sus novedades tecnológicas para Pekín
La antorcha olímpica, su encendido en ceremonia helenística por un rayo de sol en la antigua Olimpia, su traslado en carrera de relevos por medio mundo hasta la sede de los Juegos, fue una idea del Ministerio de Propaganda de Adolf Hitler, una tradición inventada más que, como cuenta el historiador David Large en Los Juegos nazis, nació el 20 de julio de 1936, dos días después del alzamiento de Franco. En su periplo inicial, la antorcha, una obra forjada por el gigante del acero Krupp -una antorcha olímpica sirvió para encender por primera vez un nuevo horno de Krupp para fabricar cañones y contribuir al esfuerzo bélico de Hitler- recorrió, trágica ironía cargada de simbolismo, en sentido inverso, Este-Oeste, los países que tres años después invadiría el imparable ejército nazi. Hitler utilizó los relevos para prefigurar la imagen de su futuro imperio germánico. Más de siete décadas después, los activistas pro derechos humanos, no desaprovechan su recorrido para hacer llegar al mundo la denuncia de la situación en Tíbet.
7.000 deportistas llevarán en China productos de la marca estadounidense
Un tercio de ellos se fabrica en el país asiático, su segundo mercado mundial
Pese a la guerra civil española, pese al ambiente prebélico que se respiraba, pese a que la palabra boicoteo recorrió todas las cancillerías del mundo occidental, nadie osó oponerse finalmente y en Berlín se celebraron los Juegos Olímpicos de 1936.
Más de siete décadas después, pese al accidentado paso de la antorcha por Londres o París, pocos dudan también de que en agosto de 2008 se celebrarán en Pekín los Juegos. Nadie lo duda. Por lo menos, en Beaverton, a las afueras de Portland (Oregón, Estados Unidos), en el cuartel general de Nike, habitado por 5.000 trabajadores.
Al mismo tiempo que la antorcha, y su correspondiente cascada de protestas, desembarca en San Francisco, los dirigentes de la gran compañía de equipamiento deportivo desvelan ante la prensa de medio mundo, invitada al evento, las novedades tecnológicas que estrenarán los deportistas en Pekín. Zapatillas de atletismo de 92 gramos de peso, prodigio de la química, que consisten en 120 hilos mágicos de vecran, un material cuatro veces más resistente que el nailon, bordados como los cables de un puente de Calatrava sapientísimo sobre una película de poliéster; chalecos al estilo metálico de Paco Rabanne y Barbarella que son en realidad triángulos de plástico que se rellenan de agua y se congelan: sirven para combatir el calor húmedo que se espera en Pekín, para calentarse en frío; botas de montar en las que la espuela es una protuberancia del talón; camisetas sin costuras, termoselladas, aireadas, sin peso, con canales de ventilación, tejidos aerodinámicos, suelas de espuma lunar, inventada por la NASA para los asientos de los transbordadores espaciales, hecha de acetato y caucho... De su laboratorio salen equipamientos completos para los 32 deportes del programa, calzado para 68 especialidades. Años de trabajo que rinden sus frutos, que equiparán a unos 7.000 deportistas.
Mientras el rival alemán Adidas es patrocinador oficial del Comité Olímpico Internacional y de los Juegos, Nike logra la notoriedad olímpica vistiendo directamente diferentes selecciones. Cuarenta países lucirán en los Juegos el swoosh de Nike, entre ellos el anfitrión, China, y los gigantes Estados Unidos, Rusia, Alemania y Japón.
"Pero... no. Si hubiera un boicoteo, si no hubiera Juegos en Pekín, yo no lo sentiría personalmente por mí, porque mi trabajo no luciera en forma de récords en el gran escaparate", dice Sean McDowell, el chef especialista en calzado en la cocina, como llaman en Nike a su gran laboratorio de investigación e innovación; "yo lo sentiría sólo por los deportistas, por los años de trabajo y esfuerzo, de entrenamiento, que se quedarían frustrados".
Es la línea oficial de reflexión en Nike. La línea que plantea poco después su presidente, Mark Parker: "Todos los deportistas tienen pleno derecho a expresar sus ideas sobre la situación en China y los Juegos, un derecho que nosotros apoyamos plenamente. Pero, como empresa, sólo nos concentramos en el deporte, en ayudar a cada deportista a realizar su potencial". Parker no esconde, de todas maneras, la grandísima importancia económica que tienen para Nike los Juegos de Pekín -"el evento deportivo más importante del que nadie haya sido testigo"- y el mercado chino. "Es para nosotros el país más importante como proveedor
[un tercio de la producción mundial de Nike se fabrica en talleres chinos] y como cliente", añade Parker; "el año pasado vendimos en China por valor de 1.000 millones de dólares, nuestro segundo mercado después de Estados Unidos. Pero eso es sólo el comienzo. China es la nueva frontera. Más de 3.000 millones de consumidores potenciales. En estos momentos hay 300 millones de chicos practicando el baloncesto, jóvenes que gastan zapatillas".
Zapatillas que deberían ser Nike, como las Hyperdunk, hilos mágicos y espuma lunar sellados, que presentó el lunes personalmente Kobe Bryant, el jugador de los Lakers, que será nombrado, probablemente el más valioso de la NBA y que, eso le dijo a un periodista argentino, sueña con la revancha en la final olímpica contra su amigo Ginóbili y sus compañeros argentinos. "Y sí", agregó, comprometiéndose discretamente con las protestas que siguen a la antorcha, "espero que esto sirva para dar a conocer el problema". A unos kilómetros de distancia, en la tienda de empleados de Nike, ropa y zapatillas a mitad de precio, Pau Gasol, con sus Lakers, que juegan hoy contra Portland Trail Blazers, acompaña en sus compras a su fisioterapeuta personal, Víctor, que viaja de Madrid unas cuantas veces al año para trabajarle los tobillos. Simpático y dicharachero, Gasol explica que no, que aún no piensa en los Juegos. "Ufff", dice Gasol, que se acaba de recuperar de una lesión; "falta aún mucho. Ahora sólo pienso en los Lakers y la NBA. Luego, sólo pensaré en los playoffs. Y luego me iré de vacaciones. Y luego, cuando vuelva, ya pensaré en los Juegos. Sí, y espero llegar a Pekín con un anillo, que no será el de casado precisamente".
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