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Sr. Chinarro: "Me gustaría grabar discos en fascículos"

En plena gira gallega de Ronroneando (Mushroom Pillow), su décimo álbum de estudio, el sevillano Antonio Luque, centro de gravedad de Sr. Chinarro, hizo escala en Santiago. Tras sendos conciertos acústicos en Pontevedra, Ourense y Carballo, el miércoles compartirán cartel en la primera jornada del Festival Sonora 2008 que se celebra en Vigo con Radio Dept, Lucky Soul y los grovenses Nadadora.

Casi 15 años después de Pequeño circo, su debú en single, Luque resume la eclosión del indie-rock estatal a principios de los 90: "Estábamos hartos de ver en la tele a Pedro Ruiz y a Bertín Osborne, y entonces empezó a llegar también la MTV". Hoy sobreviven musicalmente Los Planetas, el ex Manta Ray Nacho Vegas y Sr. Chinarro. Tras dos trabajos canonizados por la crítica -El fuego amigo (2005) y El mundo según Sr. Chinarro (2006)-, Luque ya ha tenido que escuchar que la música y las letras de Ronroneando son más amables de lo normal. "Son cuatro o cinco chinarristas que montan estos debates para darse a valer", ironiza.

No le molesta que el décimo disco de Sr. Chinarro pueda ser vendido en los márgenes del pop-rock. "Quizá el tema El alfabeto morse esté cerca de ese palo que algunos llaman nuevo folk norteamericano, pero juro que en El teórico quise hacer un mariachi. No sé de dónde ha salido eso de que se parece a una canción de Brian Eno". Si Ronroneando resulta más accesible en la mezcla de slowcore y algunos elementos de raíz, bossanova incluida, a Luque le parece casual. "Soy incapaz de hacer planes. No es que no quiera hacer flamenco. No tengo ningún interés en parecer extranjero".

Un grupo estable

Como letrista es consciente de haber generado una especie de culto revisionista de su propia obra. "Espero que los catedráticos de Chinarro no empiecen a hablar de cuándo perdí la capacidad de hacer canciones, como le pasó a Robert Smith", bromea.

La estabilidad de Sr. Chinarro, que repite formación desde 2005, es un hecho. Luque abandonó su trabajo en una fábrica de bollería para conseguirlo. "Si me limitase a quemar el sueldo de un trabajo que no me gusta habría acabado con depresión", dice. No parece que le dé miedo vivir del pop, a la vista de lo producido desde entonces. "Si no paro de componer y a la gente le apetece, quiero grabar discos en fascículos".

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