_
_
_
_
Crítica:LIBROS | Ensayo
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El pensar clandestino de un partisano

Jan Patocka alcanzó notoriedad cuando en enero de 1977 se presentó ante la opinión pública mundial como portavoz de la "Carta 77", el movimiento de resistencia cívica que reclamaba al Gobierno checoslovaco respeto por los derechos humanos. Fue un gesto necesario pero inhabitual en un hombre que llevaba años luchando por la libertad pero con las discretas armas de la filosofía. Los nazis primero y luego los comunistas comprendieron el peligro de un pensador socrático, por eso prohibieron sus escritos y le impidieron la docencia. Murió en marzo del mismo año, tras once horas de interrogatorio, no sin antes haber firmado su sentencia de muerte en la declaración ante la policía: "Hay que vivir con dignidad, sin dejarse intimidar. Hay cosas por las que vale la pena sufrir". Demasiado para el comunismo checo.

Libertad y sacrificio

Jan Patocka

Traducción de Iván Ortega Rodríguez

Sígueme. Salamanca, 2008

398 páginas. 25 euros

La primera impresión que transmiten los escritos recogidos bajo el título de Libertad y sacrificio, notablemente editados y traducidos, es de autenticidad. Patocka estaba pagando tan alto precio -privado de la docencia, sin poder publicar, sospechoso, vigilado- por pensar libremente que no podía permitirse los vicios habituales de los filósofos profesiones, a saber, confundir la estantería de libros con la vida real, y esconder su ignorancia en formulaciones incomprensibles. Eso no tenía sentido en el cuchitril de Praga en el que trabajaba y daba sus seminarios semiclandestinos. Ejemplo de la claridad y actualidad de su discurso es el comentario a la entrevista póstuma de Heidegger al Der Spiegel. Explica como nadie que si el filósofo de Friburgo se mete en el charco del hitlerismo es porque entiende que vivimos un nuevo tiempo político (el del gobierno mundial) y que si Alemania se postula con todo el derecho a dirigirle, ahí está él y la filosofía para explicar el alcance del Aufbruch/Alzamiento que se impone. Heidegger explica, "como nadie lo ha hecho antes que él", el alcance del dominio planetario de la técnica, que ha hecho del hombre, presunto señor, un ser dominado. Es tan profunda esta invasión de la técnica, viene tan de antiguo, está tan interiorizada en la metafísica, que, si queremos superar esa maldición, no valen paños calientes: ni un nuevo humanismo ni una técnica humanizada. Hasta ahí le sigue Patocka, pero se queda perplejo cuando analiza la solución que avanza Heidegger con aquello de que "sólo un dios puede salvarnos". El hombre del juicio claro confiesa al puñado de discípulos allí congregados que él no entiende nada.

Su muerte, su enseñanza, su doctrina tiene mucho del Sócrates que protagoniza los diálogos platónicos. Cuando se pregunta a sí mismo que de dónde saca fuerza en el combate por la libertad, se responde que en las Ideas platónicas, que no son tesoros escondidos en el Olimpo, sino ese plus que tiene la vida, plus que nos permite relativizar el presente. Elabora entonces un "platonismo negativo" cuyo núcleo es el chorismós, esto es, el reconocimiento de la indigencia de este mundo y la referencia a un horizonte que trascienda lo dado, o, dicho de otro modo, que conquista la libertad renunciando a las ataduras de los tópicos, de las convenciones y de las seguridades.

Él sabe de qué habla. Si Europa no ha aprendido nada de las dos guerras mundiales es porque ha renunciado al sacrificio que conlleva la conquista de la libertad, en nombre de una "paz", la de la guerra fría, que es la de los cementerios.

El pensar clandestino tiene su grandeza y sus miserias. La violencia que marcó a Europa en el siglo XX acabó pasándole factura. Las guerras, a las que él se enfrenta con valentía, acaban, sin embargo, triunfando en su filosofía. Con Teilhard de Chardin y Ernst Jünger, a los que cita generosamente, comparte el vicio de la aristeia, esto es, el convencimiento de que el Frente (de guerra) es, por un lado, el momento de la verdad en el que se ponen a prueba las grandes virtudes del hombre y, por otro, "la ola que lleva al mundo humano hacia nuevos destinos". Patocka se deja seducir por el juego de fuerzas cósmicas que desencadena la guerra, sin parar mientes en las víctimas que jalonan esa marcha triunfal. El tributo a Heráclito -"el ser es polemós"- no consigue, sin embargo, oscurecer un pensamiento y una vida, trazados bajo el signo de la pasión por la libertad. -

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_