_
_
_
_
Reportaje:Fútbol internacional

Kuranyi las caza al vuelo

El punta del Schalke amenaza al Barça por su capacidad de remate

Jordi Quixano

No juega de maravilla ni marca muchos goles. No combina demasiado y su fútbol se sustenta desde la primera línea, con una zaga tan cerrada como corpulenta. Pero el Schalke 04 alemán, teórico caramelo en el bombo, es un escollo resbaladizo en los cuartos de final de la Champions, donde el Barça no puede tropezar mañana. Palidece el equipo azulgrana ante los adversarios físicos, que tiran de las jugadas a balón parado y que recurren a los costados para lanzar sus ataques. Y se horroriza, además, cuando se topa con un rival que rescata la vieja escuela en la punta de ataque, con un delantero alto y fornido que fija a los centrales, que descarga el juego para sus compañeros y que remacha todo lo que vuela. Así es el Schalke, que fundamenta su fútbol por las alas y que lo concluye en la cabeza del delantero Kevin Kuranyi (Brasil, 1982, con nacionalidad alemana).

Más información
"Sólo se sale con orgullo"

Cuando Kuranyi está en una fiesta familiar es un espectáculo: con su madre, panameña, se entiende en castellano; con su padre, de raíces húngaras, en alemán; y con su hermano, brasileño, en portugués. No menos internacional fue su infancia. Tras 14 años en Río de Janeiro, donde se hizo hincha del Flamengo y donde empezó a jugar al fútbol en el equipo de su barrio, se marchó a Panamá con su padre, pendiente de sus negocios hoteleros. No olvidó el fútbol. Entre otras cosas, porque ante la falta de delanteros en un partido le sacaron de la defensa y marcó cuatro goles. Aunque maduro y ambicioso con los idiomas, Kuranyi se marchó al viejo continente para aprender mejor el alemán.

En Alemania, criado por su tía, tampoco se olvidó del fútbol y optó por hacer unas pruebas en los juveniles del Stuttgart. El club, prendado por la técnica de un gigantón -ahora mide 1,90- que todo lo que tocaba era gol, lo fichó rápido. Veloz fue el Stuttgart con la incorporación y rápido resultó Kuranyi en el curso 2002-2003. Bajo la mano de Felix Magath, marcó 15 goles que le valieron el pichichi de la Bundesliga. "Mi mejor gol, sin embargo, fue al año siguiente en la Champions ante el Manchester", reconoce el futbolista, orgulloso. De ahí, a la selección alemana, convocado primero por Völler -debutó en 2003 frente a Lituania- y secundado luego por Klinsmann y ahora por Löw. No menos mimado le tiene Mirko Slomka, técnico del Schalke, a quien se le tacha de estudioso del fútbol, pero no se le reconoce una carrera como futbolista. Slomka, en cualquier caso, aplica un 4-4-2 en Europa -un 4-3-3 en la Liga- y configura un equipo de automatismos defensivos pero débil en ataque. Hasta que la coge Kuranyi, de olfato supremo pero escurridizo ante las exigencias tácticas.

El Schalke se despreocupa del balón y, en sus contragolpes, ataca por las bandas. Destaca el lateral derecho brasileño Rafinha, que desparrama técnica y desborde, pero a veces se olvida de defender. Los volantes acompañan la idea, con Kobiashvili, la velocidad y el regate, en la izquierda; y Rakitic, la técnica y el golpeo en las jugadas de estrategia, en la derecha. El internacional croata, sin embargo, está lesionado. Y todos los centros descansan en Kuranyi, que suma cinco goles de cabeza.

Apasionado de la playa y del surf, Kuranyi, que desea acabar su carrera en una ciudad donde el sol sólo se esconda por la noche, capitaliza la ofensiva del Schalke. Un ataque que pone en jaque al Barça.

Kuranyi, a la izquierda, festeja un gol del Schalke.
Kuranyi, a la izquierda, festeja un gol del Schalke.REUTERS

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_