A favor del viento

Digamos que fue el viento. Por no decir que el Recreativo casi gastó sus balas cuando jugó con el aire a favor y que el Athletic padece mal de altura y, a poquito que se asoma a la cumbre, le da el vértigo y se resbala. Digamos que fue cualquier cosa menos un buen partido al que el Recreativo le puso más ganas, más velocidad, más intensidad, pero al que el Athletic respondió con una semijugada que le valió un punto cuando nada esperaba.

Debió elegir campo el Recreativo, que encerró al Athletic en su área, lo asó a saques de esquina, cada cual mejor ejecutado por Martins, y al cuarto de hora ya ganaba por 1-0 con un autogol de Amorebieta. Antes, Sinama había cabeceado al larguero.

La intensidad del Recreativo sólo era comparable a la desgana del Athletic, con esa manía que tiene de dispararse al pie cada vez que se asoma a volar. Ni se defendía bien, ni atacaba (ni bien, ni mal), mientras el Recreativo, impulsado por un dinámico Camuñas (su paliza habrá roto cualquier control de sudor), un inteligente Martins y un revoltoso Sinama se hacía con el partido.

Tres argumentos más que suficientes para borrar del mapa a un Athletic que no ofrecía nada que no fuera desgana, rutina, rayana a veces en el pasotismo.

Se esperaba cambio de planes al cambiar de campo los equipos. Pero, con el viento a favor, el Athletic no hizo lo que había hecho el Recreativo en la primera mitad. El equipo andaluz apretó menos, pero el Athletic no apretó más, lo que llevó el partido a un suplicio exagerado para el pobre espectador.

Un pase de Garmendia lo tocó con la cadera un defensa del Recreativo que superó la salida de Sorrentino y Aduriz cabeceó en la línea de gol. Justo o injusto el resultado, el partido tuvo un toque dylaniano: estaba escrito en el viento.