Aires de locura en el Baile de la Rosa

Pedro Almodóvar ha sido la gran estrella del Baile de la Rosa, velada que se celebra todos los años en Mónaco con el objetivo de recaudar fondos para niños hospitalizados. Si el año anterior la fiesta se desarrolló bajo el signo de la "cultura gitana", en esta oportunidad el tema era la "movida madrileña".

Y para representarla, nadie mejor que el cineasta Pedro Almodóvar, que buscó la colaboración de la cantante Alaska, así como de la coreógrafa Blanca Li, la cantante Luz Casal, la flamenca Carmen Linares o el grupo Nancys Rubias.

Los tradicionales trajes de gala de ese tipo de recepciones, con sedas y tules hasta los pies por parte de ellas y los inevitables esmóquines en el caso de ellos, ofrecían un contraste notable con los conjuntos coloreados y mucho más atrevidos de los representantes de la desaparecida movida, entre ellos un grupo importante de travestidos.

"Celebrar la movida también es celebrar la transición democrática de España hacia la libertad, pues nada hubiera sido posible sin esa libertad reencontrada", dijo Almodóvar a los 850 invitados que habían desembolsado 750 euros para asistir al baile. El príncipe Alberto acudió acompañado de su novia, la nadadora surafricana Charlene Wittstock, y de su hermana Carolina, con su marido, el príncipe Ernesto Augusto de Hannover, y Pierre y Carlota, los dos hijos de su matrimonio con Stefano Casiraghi.

Para contribuir a acentuar la atmósfera gay que inspiraba el festejo, la animación del acto recayó en el presentador televisivo francés Stéphane Bern. Oficialmente, el baile es organizado por la Société des Bains de Mer, organismo que garantizaba la gestión del casino y de los principales ingresos del lugar hasta entrada la década de los cincuenta del pasado siglo. Luego el sector inmobiliario, las ventajas fiscales, el blanqueo de dinero y la consiguiente residencia en el Principado de un número importante de millonarios ha transformado la naturaleza misma del Estado monegasco.