Chocolate belga
El nuevo Gobierno debe afrontar un gran paquete de reformas
Finalmente Bélgica tiene un Gobierno estable, tras nueve meses de disputas políticas. En su primer discurso, el nuevo primer ministro demócrata cristiano, Yves Meterme, manifestó especial y casi exclusivo interés en el bienestar económico de la población y prometió "mejorar el poder adquisitivo de sus ciudadanos y crear mayores posibilidades de empleo para los belgas". En términos concretos esto debería traducirse en una reforma fiscal, en una racionalización del gasto público y en mantener el crecimiento del PIB.
Estas menciones a la economía no son casuales. Bélgica es uno de los países más estables de la Unión Europea, con tasas de crecimiento del 2%, pero con un serio problema territorial. La gran dificultad es la distribución de la riqueza interna en un país dividido entre valones y flamencos. Valonia (francófonos) tiene menor ingreso per cápita y más paro, a diferencia de la parte flamenca, que es más industrializada y que por ley debe transferir parte de sus ingresos. Los problemas recientes se han generado en gran parte por la solicitud de reformas constitucionales que restrinjan estas ayudas económicas de Flandes a Valonia.
La prioridad del nuevo Ejecutivo es lograr un superávit público del 1% del PIB en 2011, a pesar de un previsible aumento del gasto público
El ingreso per cápita en 2005 fue de 27.700 euros en Bélgica, pero en Flandes alcanzó los 27.300 y en Valonia 19.800 (inferior a la media de la UE)
Por ello la única salida para la futura estabilidad gubernamental es la puesta en marcha de reformas que mejoren la calidad de vida en las dos regiones, además de construir un presupuesto que contente a todos los sectores sociales y políticos. La prioridad es realizar una reforma fiscal que, en palabras de Yves Meterme, deberá "beneficiar especialmente a las rentas medias y bajas, a fin de ayudar a los trabajadores y dinamizar la economía". Esto se ha reforzado con promesas de alzas en las pensiones mínimas y más subsidios a las familias.
¿Los objetivos en números? El nuevo primer ministro ha indicado que su prioridad es lograr un superávit público del 1% del PIB en 2011, a pesar de un previsible aumento del gasto público.
Durante la última década el equilibrio fiscal no ha sido un problema para Bélgica, registrando un superávit del 0,4% del PIB en 2007. Gracias a esto, el Ejecutivo considera que tienen margen de maniobra, aunque la OCDE sugiere continuar con los esfuerzos para aumentar la edad de jubilación y realizar una importante modificación que reduzca el peso de la Seguridad Social en las arcas estatales.
La otra gran preocupación es el paro. Yves Meterme ha prometido incentivar la creación de empleo y se marcó un objetivo de entre 50.000 y 60.000 nuevos puestos de trabajo anuales. La tasa de desempleo belga fue de 7,7% en 2007 según datos oficiales, siete décimas menos que en 2005.
Agravios en paro y renta
Para los próximos dos años, los organismos internacionales esperan que esta cifra se reduzca al 7%, aunque nuevamente el problema son los desequilibrios entre la parte valona y la flamenca. Cifras no oficiales indican que Flandes tiene un paro del 6,9% y Valonia del 11,8%.
Y las diferencias también se extienden a la renta. El ingreso per cápita en 2005 fue de 27.700 euros en Bélgica, mientras que en Flandes era de 27.300, en Valonia era de 19.800, muy por debajo de la media del país y también de la Unión Europea. Mientras, las previsiones macroeconómicas para el país siguen estables. En 2007 el crecimiento fue del 2,6%, por encima de la media europea, y se espera que para los próximos dos años se mantenga en torno al 2%. La estabilidad política alcanzada recientemente puede ayudar a cumplir estas metas.
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