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El crimen de la niña Mari Luz

Un rastro perdido en 100 metros

Mari Luz fue vista por última vez tras comprar patatas en un quiosco

Unos negros nubarrones cubrían Huelva la tarde en que desapareció Mari Luz Cortés el domingo 13 de enero. La cría había acompañado por la mañana a los padres, como otros fines de semana, al mercadillo de Mazagón, donde la familia Cortés se encargaba de distribuir los puestos entre los vendedores. Por la tarde, a eso de las cinco, mientras el padre se encontraba fuera de casa entrenando a un equipo de fútbol juvenil, Mari Luz pidió a su madre dinero para bajar a un quiosco cercano, situado en la avenida de las Flores, contigua a la casa de la niña, y comprar golosinas.

A sus cinco años, no era la primera vez que iba allí. En ocasiones lo hacía acompañada de alguno de sus dos hermanos mayores, de 13 y ocho años, pero tampoco era extraño que la cría bajase sola, ya que el puesto está a 100 metros de su casa. Con unas botas como calzado, falda vaquera, medias rosas y un jersey fucsia con estrellitas, Mari Luz salió a la calle.

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El reloj corría y la cría no regresaba. La demora tampoco era algo extraño. Muchos familiares de Mari Luz viven en su misma calle y no era raro que la pequeña pasase por casa de sus tíos o sus abuelos. Pero cuando Irene Suárez, la madre de la niña -que se había quedado algo adormilada aquella tarde debido a un relajante muscular- llamó a sus allegados preguntando por la niña, la respuesta fue siempre negativa: Mari Luz no había pasado por sus casas.

Con el corazón en un puño, la familia bajó a buscar a la pequeña, recorrió las calles en medio del viento, la lluvia y el frío que azotaba la ciudad. Preguntaron a los vecinos. No sabían nada. En el quiosco, les confirmaron que la niña había comprado una bolsa de patatas, pero nada más. Nadie la había visto, nadie sabía nada. Días más tarde, la policía localizó varios testigos que sí vieron a la cría en la avenida de las Flores. Una antigua maestra de la niña la reconoció y llegó a cruzar unas palabras con ella.

El rastro se ha perdido en el camino de vuelta de la niña. Un camino que pasaba por el portal número 1 de la avenida de la Flores. El bloque en el que vivía Santiago del Valle, el pederasta detenido por la muerte de Mari Luz.

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