_
_
_
_
Crónica:FUERA DE CASA | OPINIÓN
Crónica
Texto informativo con interpretación

Estrafalarios, maniáticos y otros animales domésticos

La historia se escribe como a la gente le da la gana. Se pueden usar mentiras, manías, fobias, intereses o invenciones: siempre habrá un crédulo, después otro y muchos más. Lo importante es contarlo bien. Muy bien cuenta sus manías cotidianas Andrés Trapiello, que acaba de publicar otro tocho -¡y van quince!- de sus diarios, esos salones de pasos perdidos. Trapiello es como un cerdo ibérico, todo se aprovecha. No hay escritor de su edad que haya publicado más líneas. No desperdicia nada, no tira ni una palabra y no parece que tenga prisa por ser eterno, ni inmortal. Vamos, que contando las cosas que cuenta, cómo las cuenta y de quién, no creo que se esté labrando el mejor camino para ser recibido en la Academia. Aunque nunca se sabe, escritores con peor memoria, y con peor leche, se sientan en los bancos de la inmortalidad. Y es que ni la inmortalidad es ya lo que era. Hay muchos inmortales que han pasado al olvido por sus propios méritos.

No era fácil ser como Azcona. E imposible ser Azcona. Ahora es polvo, mas polvo enamorado, tierno, risueño

A mitad de la comida con Trapiello, entre sus manías y sus maldades -últimamente le ha dado por contar fotos de gente culta- nos llegó, como una errata, como un golpe tozudo y miserable, la noticia de la muerte de Rafael Azcona. Todo lo contrario de las vanidades, de las fotografías, de las venganzas y de las pequeñas mezquindades de nuestro tinglado cultural, narradores, poetas, ministros y otros fotografiados incluidos.

No era fácil ser como Azcona. E imposible ser Azcona. Ahora que es polvo, mas polvo enamorado, risueño, tierno, rebelde, estrafalario y educado, nos damos cuenta de que parecía un invento de alguien al que hubiéramos querido parecernos. No se podía ser más talentoso y menos repelente. Era un dulce animal doméstico al que le gustaba estar fuera de casa. Un ciudadano domesticado y nunca sometido. Nunca vencido, ni derrotado en su civilizada afición por el desacato.

¡Joder con Rafael! ¡Cómo ha sabido vengarse de toda cursilería! Maestro en fugas, ha dado una lección de cómo escaparse de los oficios de difuntos, de los plañideros y de la legión de amigos, conocidos y saludados. Nos ha dejado sin ritos y sin muerto. Él, que tanto quería a las Pompas Fúnebres, a las que dedicó su primer libro porque "sin cuyo concurso, la Muerte no sería una cosa de tanto lucimiento".

¡Qué español tan raro era Rafael! Nada que ver con esa definición que escribió Juan Ramón Jiménez -por cierto, bien editado por Trapiello-: "España, paraíso con peña, hontanar y tiemblo en verdad solitario. Y a la vuelta, siempre la mujer y el hombre ocultos en la verdad. ¿Y el resto? Meados, sangres y mierdas". De conocer esa España, de contarla, vivió hasta su muerte Rafael Azcona. Pero ni un paso más. -

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_