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Reportaje:

Maremoto Bernard

El francés es el primer 'recordman' simultáneo de 100 y 50 metros desde Biondi en 1988

Amaya Iríbar

Tres días, tres récords del mundo y un nuevo rey de la natación. Si no tenía suficiente con pulverizar dos veces en dos días el récord del mundo de los 100m libre, la prueba reina de la natación, Alain Bernard volvió a emerger ayer como un torbellino para hacerse con la marca mundial de los 50m libre (21,5s frente a los 21,56s del australiano Eamon Sullivan hace poco más de un mes). Casi dos metros de altura de velocidad pura. Y un dato para la historia: hacía 20 años que un mismo hombre, el legendario Matt Biondi, no tenía los dos récords que definen al nadador más rápido del mundo, y 22 desde que un mismo nadador lograra semejante hazaña en un mismo campeonato.

Las marcas del francés en la piscina de Eindhoven dicen mucho de la evolución de la natación en los últimos años. De una combinación de cualidades físicas -1,96 metros de altura, 87 kilos de peso-, trabajo técnico, los mejores materiales y un montón de horas de piscina. Bernard, de 24 años, nada desde que tiene siete, siempre bajo la supervisión del mismo entrenador, Denis Auguin. Este año, con los Juegos Olímpicos como gran fecha, entre 30 y 35 horas semanales. Son muchas horas en la piscina, pero también un trabajo físico importante, que salta a la vista con sólo ver su cuerpo, los músculos del cuello sobresaliendo y unos brazos que parecen más los de un culturista que los de un nadador de élite.

Tiene el espíritu de Popov y el viraje de Van den Hoogenband, y es más fuerte
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Con ese trabajo ha conseguido aunar todo lo que define a un gran velocista del agua. Lo primero, una salida explosiva. Pero también una buena velocidad de brazada: con su 2,05 metros de envergadura puede avanzar más que nadadores más pequeños y compensar la menor frecuencia de su movimiento de brazos. Otro aspecto importante para este tipo de pruebas es que el nadador sea capaz de no levantar mucha agua, lo que frenaría su avance, explica Xavier Aguado, biomecánico de la Universidad de Toledo. Como lo es también el acercar el centro de gravedad, que suele estar a la altura del ombligo, y el de flotación. Esto es más fácil si se trabajan los músculos superiores.

"Encarna todo lo que hacía fuertes a los grandes nadadores que le han precedido", le definía ayer su entrenador a la agencia France Presse: "No nada como Popov, pero sí con su mismo espíritu y tiene un viraje de la misma calidad que Van den Hoogenband. La clave es que conjuga esto con una fuerza mayor". Bernard ha podido con estos dos monstruos de la natación y con sus históricas marcas. El ruso mantuvo hasta el mes pasado y desde 2000 el récord de los 50m y el holandés, con una actuación desastrosa en estos Europeos, tenía desde el mismo año el de los 100m. Y se iguala a Biondi, que batió los mismos récords en un mismo torneo en 1986 y los mantuvo hasta 1988.

Por si fuera poco, Bernard añade una pequeña ventaja material: el LZR Racer de Speedo, un bañador ultraligero de cuerpo entero que promete arañar décimas en el agua. Desde que se anunció en febrero, se han roto ocho récords del mundo con él. "El récord no es del bañador", se defendió ayer el nuevo rey de la velocidad, que hoy nada la final de 50m. "Soy yo el que lleva años trabajando".

Alain Bernard en la semifinal de 50m libre.
Alain Bernard en la semifinal de 50m libre.REUTERS

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Sobre la firma

Amaya Iríbar
Redactora jefa de Fin de Semana desde 2017. Antes estuvo al frente de la sección de Deportes y fue redactora de Sociedad y de Negocios. Está especializada en gimnasia y ha cubierto para EL PAÍS dos Juegos Olímpicos y varios europeos y mundiales de atletismo. Es licenciada en Ciencias Políticas y tiene el Máster de periodismo de EL PAÍS.

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