Tristón e Isolda
En el tremendo horno de Malasia hemos visto a Fernando Alonso en la máxima posición a la que puede aspirar de momento, con su octavo puesto, debido a las prestaciones de su R28, y hemos asistido al despertar de Ferrari, que ha tenido una cara, la de la contundente victoria de Kimi Räikkönen, y una cruz, la salida de pista de Felipe Massa. La negativa imagen del piloto de Ferrari y la impotencia de Fernando para sacar algo más de su monoplaza no han hecho más que atizar los rumores sobre un posible romance a medio plazo entre el español y la escudería italiana. Esperemos que la relación de Fernando con Renault no sea, al menos durante un tiempo, un amor imposible. Al margen del futuro, que podría ser de color rojo para Alonso, ¿qué conclusiones se pueden sacar de la monótona carrera de Malasia?
Esperemos que la relación entre Alonso, cuyo futuro puede ser rojo, y Renault no sea un amor imposible
Empecemos por la situación del R28. En primer lugar, en la clasificación del sábado Alonso consiguió el noveno mejor tiempo, 2.2 segundos por detrás de Kimi, por ejemplo. ¿A qué se debe una distancia tan grande? Por un lado, los McLaren estorbaron al español en su vuelta y le pudieron quitar alrededor de 1 o 2 décimas. Por otro lado, Alonso iba más cargado que los pilotos de cabeza y, por la vuelta en que paró, podemos deducir que eso le supuso en la clasificación unas 4 o 5 décimas. Teniendo en cuenta que además su motor estaba ya en su segunda carrera, Fernando estaría a más de un segundo de los Ferrari y a un segundo aproximadamente de McLaren, una distancia que es algo mayor de la que vimos en Australia, cuando estaba entre siete décimas y un segundo por detrás de las flechas plateadas.
En carrera la situación no fue mucho mejor. El ritmo del R28 fue más competitivo en algunas vueltas, pero el precioso duelo a tres bandas entre Fernando, Coulthard con su Red Bull y Heidfeld con el BMW, en el que al campeón español le faltaron una mejor tracción y más velocidad punta, demuestran que el monoplaza Renault tiene que mejorar bastante para tratar de ser el tercer equipo de la parrilla.
La carrera se decidió en momentos puntuales como la salida, en la que Fernando perdió varias posiciones, la mencionada pugna a tres coches o el fallido duelo final con Webber, que no pudo cuajar en un mejor resultado del español por las carencias técnicas de su monoplaza. Por lo demás la carrera no fue ni muchos tan emocionante como el GP de Australia.
Un último aspecto que me gustaría resaltar es que el decorado de los equipos en cabeza ha cambiado ligeramente y hemos visto una buena actuación de Toyota, un mal comportamiento de los Williams y un papel prometedor de los Red Bull. Todavía debemos esperar una carrera más para hacernos una idea de la situación de cada escudería pero, de momento, Renault parece ser el quinto o el sexto equipo.
Todo esto no significa necesariamente que debamos olvidarnos de la idea de ver al español en el podio. Renault tiene la gente y la motivación para lograr mejores resultados y el objetivo de la marca no es otro que estar entre los tres equipos punteros. Ahora es preciso que esta intención y la indudable capacidad de la escudería gala se vean respaldadas por los medios económicos que le prometieron a nuestro bicampeón antes de la temporada. A Fernando sólo le falta el coche para volver a ganar.
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