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Los agujeros negros no son tan negros

Considero de pésima educación chafar a alguien un libro contándole cómo acaba, o algún elemento clave del argumento, así que no voy a desvelar qué tienen que ver los agujeros negros en La clave secreta del universo. Pero no creo que el relato pierda suspense si me refiero a un recurso científico que salva la vida a uno de los protagonistas: la llamada radiación Hawking. Como muchos sospecharán, y dado que la ciencia es, cuando menos, tan imaginativa como la ficción o más, ese recurso es auténtico. Iba a decir real en lugar de auténtico, pero muchos científicos puntualizarían que no hay experimentos que hayan corroborado la existencia de esa radiación, aunque como teoría esté aceptada.

La radiación Hawking es, precisamente, una de las grandes aportaciones del científico británico a la física teórica, coinciden varios especialistas de alta talla consultados. ¿Y qué es esa peculiar radiación? Pues que "después de todo, los agujeros negros no son tan negros", aclara Luis Ibáñez, catedrático de Física Teórica de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). "Un agujero negro clásico no puede emitir ningún tipo de energía ni radiación", continúa. Por eso es negro, y todo lo que cae en él, todo lo que esté a su alrededor a su alcance, acaba desapareciendo en ese pozo definitivo. Pero Hawking descubrió que no siempre tendría que ser así, gracias a la radiación que lleva su nombre. "Es seguramente su contribución científica más personal", dice Ibáñez. Luis Álvarez Gaumé (físico teórico del Laboratorio Europeo de Física de Partículas, CERN) está de acuerdo en que éste es uno de los grandes descubrimientos de Hawking. "En 1973 estudió las propiedades cuánticas de la materia alrededor de un agujero negro y se dio cuenta de que cuando se utiliza la mecánica cuántica, los agujeros negros dejan de ser tan negros".

Si alguien quiere profundizar un poquito en estas cosas puede leer el libro de divulgación más célebre de Hawking: Breve historia del tiempo, publicado en 1988. Luego, en 2005, en colaboración con Leonard Mlodinov, lo actualizó y amplió en su Brevísima historia del tiempo. También El universo en una cáscara de nuez (2201) es un buen libro popular.

La radiación Hawking no es lo único que le ha dado prestigio. Otros estudios sobre los agujeros negros también son muy valorados. Pero el primer gran trabajo del británico fue producto de su colaboración con Roger Penrose. "Participó en la elaboración de los teoremas de las singularidades, que demuestran que, bajo ciertas condiciones, el espacio-tiempo ha de ser singular", destaca Enrique Álvarez (catedrático de la UAM). Asimismo, se apuntan entre los méritos del británico los trabajos sobre gravitación y sobre cosmología.

A la vez que reconocen la importancia de estas investigaciones, sus colegas destacan que, a veces, el engrandecimiento de Hawking en la opinión pública no se ajusta al peso real de su ciencia. "Hawking es un buen físico, pero no es de la talla de los más grandes", dice Álvarez.

"Se ha exagerado a veces, considerándolo como un segundo Einstein. No lo es. Hay un buen número de físicos cuyas contribuciones han sido bastante más importante que las suyas", dice Ibáñez. "Sin embargo, el haber dado lugar a un trabajo tan importante en su situación física es admirable", concluye Ibáñez. "Le conocí en 1981, cuando yo era un posdoctoral en Oxford y él ya era una eminencia. Todavía podía hablar de una forma gutural. Recuerdo que fuimos un grupo a un pub cerca de Oxford y Hawking participaba mucho en la conversación… Es una fuerza de la naturaleza".

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