Cómo morir por una noche de sexo
Narros se enfrenta al Strindberg más duro en 'La señorita Julia'
"Lo de August Strindberg no era misoginia, sino realismo fotográfico de las bajas pasiones. Y todo ello provocado por el sexo, porque es lo que mueve los pilares de la humanidad". Así explicaba ayer el director Miguel Narros cómo se enfrenta al Strindberg más duro y erótico, sintetizado en La señorita Julia. La obra del escritor sueco es un monumento a las discusiones que se solucionan en la cama y la autodestrucción. Si algo caracteriza al autor teatral sueco es la rabia destilada de sus textos, marcados por una desastrosa vida sentimental y la esquizofrenia.
La historia transcurre en una cocina de finales del siglo XIX, donde una joven aristócrata (María Adánez) tienta a su criado (Raúl Prieto) por el mero hecho de divertirse y aprovecharse de su condición social. Pero lo que empieza como un baile y un encuentro sexual se complica con la manipulación del seductor y la moral conservadora de la época, encarnada en la cocinera despechada (Chusa Barbero).
"Strindberg hacía realismo fotográfico de bajas pasiones", alega el director
Los protagonistas del triángulo amoroso, María Adánez, Raúl Prieto y Chusa Barbero, conversaban ayer con el director sobre la obra que estrenan este viernes en el teatro Fernán-Gómez y que supone un reto en sus carreras por la brutalidad y sensualidad explícitas.
El director ha apostado por personajes más pasionales que sus predecesores nórdicos, con todo lo bueno y lo malo que eso conlleva. "Mi personaje, la cocinera, es más religiosa, conservadora y clasista que la propia aristócrata. Una sierva entregada que disfruta siéndolo si el amo lo merece. Intento, de alguna manera, buscarle alguna justificación para interpretarlo", asegura Barbero.
Manipulación, sexo, malos tratos y religión se entrecruzan así en un duelo a tres bandas que requiere un gran esfuerzo a los actores e incluso al espectador. "Como intérpretes, lo más difícil de esta obra es mantener ese pulso intelectual y físico entre personajes. La obra es bestial, porque desgraciadamente la realidad también es así y sucede todavía hoy: puedes esquivar un guantazo, pero lo que destruye es la violencia psicológica constante y diaria. Esto nos sirve de denuncia de los malos tratos", afirma Adánez, que regresa al teatro tras su paso por Las brujas de Salem y Salomé. Su compañero Raúl Prieto lucha consigo mismo para meterse en el papel de un maltratador: "La terrible complejidad psicológica de esta obra muestra cómo el maltrato puede empezar con algo muy pequeño".
La señorita Julia. Teatro Fernán-Gómez. Plaza de Colón, s/n. Del 14 de marzo al 13 de abril. 20 euros.
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