El debut de las urnas plegables
El millar de colegios de la región recibe estos días el material electoral
En las urnas electorales, aunque no lo parezca, también hay modas. Y las elecciones del domingo están de estreno, porque de las 22.500 urnas que la Delegación de Gobierno ha distribuido entre los ayuntamientos de la región -que son los que reparten el material electoral a los 984 colegios- la mitad son urnas nuevas. El novedoso diseño, completamente transparente y sin herrajes, permite que se puedan plegar y quedar reducidas de 42 centímetros de alto a apenas 10 centímetros.
Seis rotativas han impreso en un mes unos 170 millones de papeletas
Es una buena noticia para después de las elecciones, porque el almacén de la Casa de Campo donde la Delegación del Gobierno guarda el material entre convocatoria y convocatoria destina 1.200 metros cuadrados a las urnas y se ahorrará la mitad del espacio. "No es una cuestión de estética, hay que pensar en que sean funcionales porque hay que transportarlas a todos los municipios de la región y luego traerlas de vuelta", explica el responsable del almacén.
También podrán verse el domingo algunas de las antiguas urnas, que irán sustituyéndose en próximas convocatorias. Un vistazo a las hileras de receptáculos que se guardan en la Casa de Campo -almacén que hoy estará ya prácticamente vacío tras el reparto que comenzó el pasado 5 de febrero- permite ver la historia de las elecciones de una tacada. De las primeras urnas, completamente transparentes y aparatosas, a las que comenzaron a colorearse en las tapas. Se vistieron de salmón para las convocatorias del Senado y las autonómicas o de azul para las elecciones al Parlamento Europeo de 1987. Y prima el reciclaje. Una tapa de una urna rota se pone en otra que la ha perdido y todas sufren un proceso de limpieza y reparación un mes antes de usarlas.
También han ido cambiando los precintos, que han pasado del plomo y alambre, que había que apretar con una pistola de inyección, al actual, de plástico, y que recibe el sorprendente nombre de braga. "Con el plomo había presidentes de mesa que pasaban un rato largo hasta que los abrían y a veces llegaban a golpear el precinto para poder hacerlo", recuerda un trabajador de la nave de la Casa de Campo. Ahora de un pellizco se rompe el precinto (o braga) y, si éste llega roto a la elección, hay que sustituir la urna. Para ello hay previstos repuestos que permiten montar una mesa electoral en menos de una hora. Un empleado de la Delegación del Gobierno recuerda unas elecciones en las que se inundó un colegio y hubo que llevar de nuevo hasta las papeletas.
En este recinto se han almacenado también desde el pasado 27 de mayo (las últimas elecciones autonómicas y municipales) las 6.400 cabinas y los 10 millones de sobres para la votación. Hasta allí han llegado también los 170 millones de papeletas que ha tirado la imprenta Rotasa, SA, en el último mes. Se trata de una compañía especializada en la impresión de folletos y recetas de la Seguridad Social, pero que lleva más de 15 años encargada de este otro cometido para Madrid. Seis rotativas han tirado papeletas, en tacadas de 250.000 cada vez, para las que han utilizado 360 toneladas de papel y más de 500 kilos de tinta. Pero de lo que se ha olvidado Interior al convocar el concurso que ganó Rotosa es de exigir a las empresas que utilizaran papel reciclado.
En estos comicios han impreso papeletas de más, aunque no podían saberlo. El partido que lideraba la presentadora de Cuatro Eva Hache ha renunciado a su candidatura y la Junta Electoral ha pedido a Interior que retire sus papeletas. Pero todavía puede haber votos para ella, porque han podido enviarse por correo. En la Delegación aseguran que esos votos "se considerarán voto en blanco".
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