Una amistad rentable
El color político común de todas las administraciones ha beneficiado a los grandes proyectos de la provincia
Durante los ocho años de Gobierno de José María Aznar, el raquitismo inversor del Ejecutivo central en Sevilla fue un motivo constante de crítica por parte de la Junta y la Diputación. Una crítica a la que se adhirió el Ayuntamiento de la capital en cuanto el PSOE recuperó la alcaldía, en junio de 1999. Lo cierto es que durante los últimos cuatro años del Ejecutivo popular, la confrontación entre las administraciones de uno y otro color político estancaron los grandes proyectos de la provincia. La financiación del metro, el pantano de Melonares, la ampliación del Puerto y la SE-40 se convirtieron en patatas calientes que se pasaban unos a otros.
La primera lectura que hicieron los socialistas sevillanos la noche del 14 de marzo de 2004 fue que las urnas les habían colocado a un "Gobierno amigo" en Madrid. "Sevilla va a ser la Valencia del Gobierno de Rodríguez Zapatero", aseguró en una entrevista con este periódico el alcalde de la capital, Alfredo Sánchez Monteseirín, dos semanas después de la victoria del PSOE. A la postre no ha sido para tanto, pero la monocromía política entre todas las administraciones ha beneficiado a los grandes proyectos de la provincia.
Enrique Rodríguez, director de área de Turismo e Innovación de la Diputación sevillana, advierte de que el Gobierno central ha duplicado sus inversiones en Sevilla en los últimos cuatro años: entre 2001 y 2004, los Presupuestos Generales del Estado consignaron 1.200 millones de euros para inversiones en la provincia; entre 2005 y 2008, la suma de estas partidas ha superado los 2.400 millones. "La apuesta por Sevilla ha sido incuestionable", afirma Rodríguez, quien destaca el espaldarazo definitivo a proyectos como el tramo sevillano de la autovía de la Plata (inaugurado en todo su recorrido el pasado viernes) o la SE-40 y la primera línea de metro, para los que el Gobierno central nunca antes había reservado una partida en las inversiones de sus presupuestos generales.
Aun así, y según el Informe Económico de la Provincia correspondiente a 2006, Sevilla arrastra un gran déficit inversor. Este estudio cifra en 4.782 millones de euros el déficit de inversión pública en la provincia con respecto a la media española entre los años 2000 y 2006. "Los presupuestos para Sevilla empezaron a recuperarse en 2007 y la mejora ha seguido en 2008. Antes fue difícil porque había obras tan paradas que ni siquiera tenían proyecto hecho y el Gobierno no puede reservarles dinero", explica Rodríguez, quien califica de "espectacular" el salto dado en el último año. "Pero hace falta más", advierte. Casi ninguna de las grandes obras está terminada y la próxima legislatura será clave para consolidar el avance de la ciudad hacia sus planes más ambiciosos.
La lenta tramitación de los grandes proyectos ha hecho que alguno de ellos lleguen tan tarde que se han quedado pequeños. Es el caso de la SE-40, que no estará terminada hasta finales de 2011 o principios de 2012. Ramón Iglesias, presidente de la Asociación Empresarial Aljarafe, considera que esta infraestructura va a ayudar "bastante" a descongestionar el tráfico entre la capital y su área metropolitana. "Hasta ahora la población ha seguido creciendo sobre la misma infraestructura", advierte Iglesias, quien, no obstante, cree que la solución definitiva pasa por una "apuesta en serio" por el transporte público.
Sevilla y su área metropolitana suman más de 1,4 millones de habitantes, más del 75% del total de la provincia (1,8 millones). Pero el último año ha dejado un dato relevante: la población de la capital ha descendido en 5.269 personas hasta situarse en su nivel más bajo en los últimos 11 años: 699.145 habitantes, frente a los 704.414 de un año. Mientras, los municipios de la corona metropolitana siguen creciendo, aunque a un ritmo menor que hace un lustro. Entre 1991 y 2001 el Aljarafe ganó 131.000 vecinos; hoy crece a razón de unos 15.000 habitantes al año.
El presidente de los empresarios del Aljarafe vaticina que el trasvase poblacional de la capital a su cinturón puede estancarse en los próximos años gracias a las viviendas previstas en el nuevo PGOU de Sevilla. "Nos puede venir bien porque así podremos reordenar un poco la situación", adelanta Iglesias, quien subraya los pasos de gigante dados en los últimos años por el Aljarafe. "Sólo se habla de esta comarca por lo negativo, por la gran explosión demográfica. Pero en paralelo ha habido una gran explosión económica y tenemos más de 20.000 empresas y una cierta autosuficiencia laboral".
Juan Antonio Morales, presidente de la Asociación para la Defensa del Territorio del Aljarafe (Adta) es menos optimista. En su opinión, los nuevos planes urbanísticos, con el de Ordenación del Territorio de la Aglomeración Urbana de Sevilla (POTAUS) a la cabeza, no solucionan el problema: "Hay que cambiar un modelo basado en la lógica de mercado por uno basado en la cohesión social; hay que sustituir el desarrollo sin límites por la sostenibilidad".
Y mientras en el área metropolitana el problema sigue siendo la movilidad, el resto de los municipios se vacían. La densidad media de población de la provincia es de 130 habitantes por kilómetro cuadrado, aunque en los pueblos de la Sierra Norte no llegan a 12 vecinos por kilómetro cuadrado. La brecha entre las dos caras de la capital se refleja también en términos económicos: la renta media declarada de la provincia es de 12.414 euros; pero en los municipios que no pertenecen al área metropolitana se queda en 10.400 euros, un 16% menos que la media.
Y los habitantes de la zona más desfavorecida de la provincia reconocen que a menudo se sienten "algo abandonados". José Antonio Peinado, un agricultor de Los Palacios de 48 años, advierte de que sus problemas no son los mismos que los de los trabajadores de las empresas de Sevilla y su área metropolitana. "El campo no tiene horarios. En cualquier trabajo la jornada es de unas ocho horas, pero aquí nunca se trabaja menos de 12. Sin vacaciones, ni puentes, ni fines de semana". Peinado tiene claro que no le gustaría que sus tres hijos siguieran sus pasos. "No quiero que sean tan desgraciados como su padre. Si pueden estudiar que estudien y tengan un trabajo mejor".
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