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Columna
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Moscatel para todos

Es el moscatel un vino dulce que levanta el ánimo los días festivos, aunque amanezcan nublados y fríos, como lo fue el tercer domingo de Cuaresma; un domingo de romería por donde la capital de La Plana que, de su natural, suele ser primaveral y luminoso. Aunque ni el mal tiempo ni la campaña electoral evitaron la buena cara y el ambiente alegre y callejero que acompaña a toda fiesta que se precie de valenciana. En Castellón son y han sido les colles generadoras de energía lúdica sin daños medioambientales durante las últimas décadas. Son agrupaciones festivas de carácter cívico que esquivan el oficialismo institucional de la fiesta sin oponerse al mismo; siguen la tradición con ritmo propio, y algunas realizan un trabajo nada desdeñable en pro de la recuperación del valenciano. Una de esas agrupaciones, cuyo nombre alude a una popular libélula en peligro de extinción en lo que otrora fueran humedales valencianos, colgó en el humilde balcón de su sede una pancarta con el lema moscatel para todos: una reivindicación o defensa paródica de los macro trasvases del Ebro y otras aguas nada claras, de las que la derecha de por aquí ha hecho eslogan y bandera electoralista desde hace muchísimos meses, colgando trapos y mensajes en sedes de las instituciones que gobiernan, en las ondas hertzianas y por doquier hasta la saturación o lavado de cerebro con el dinero de todos. El moscatel de la colla no tenía un objetivo político y electoral, como el agua del Partido Popular, sino el humorístico y distante que requiere la fiesta. La distancia es el olvido del agua electoralista y la evocación del caldo aromático que se elabora a partir de unas uvas blancas, grandes y dulces. Unas uvas que ayer fueron la producción principal por donde Benicàssim, y hoy siguen teniendo relevancia económica por donde La Marina Alta o Los Serranos.

El vino dulce de la parodia festiva tiene estos días de campaña electoral un efecto profiláctico: preserva de la acidez de la bronca, el vinagre del exabrupto y la leche amarga del disparate sin límite. Porque, vamos a ver vecinos, si no es mala leche arrullar a los emigrantes poco antes de los comicios locales de hace un escaso año, porque muchos de ellos tenían derecho al voto en las elecciones comunales, y hacer de la emigración una peligrosa bandera electoral, hablando de barcos que están llenos y pueden hundirse en la antesala de las elecciones generales en las que esos mismos emigrantes no tienen derecho al voto. Aquí lo que se hundió hace tiempo fue la esperanza en una derecha centrada, moderada y europeísta, porque reposa en el fondo de los mares la vergüenza torera de quien afirma sin pudor que el actual Presidente del gobierno español "ha agredido a las víctimas del terrorismo": un exabrupto que a más de un ciudadano obligó a apagar el televisor por tal de evitar el insomnio y la acidez estomacal.

Mucho vinagre y poco moscatel festivo hubo en las declaraciones de nuestro presidente autonómico el día grande de la Romería de los castellonenses, cuando olvidándose de su papel institucional venía a llamar estafadores a los miembros del ejecutivo socialdemócrata de Madrid, olvidándose de que miles de castellonenses votaron ese gobierno como votaron al gobierno autonómico del PP en Valencia. Y uno y otro merecen un respeto en un día de unidad y fiesta, aunque fuese con el cielo cubierto de nubes que presagiaban lluvias vespertinas. Dicen las encuestas, cuyos datos no despiertan demasiado interés a los votantes en fiestas, que aquí repetirán sus éxitos electorales los partidarios del agua avinagrada de los trasvases. Un agua que quizás puedan repartir algún día. Lo que es casi seguro que no podrán repartir es el aromático moscatel que se elabora con vistosas y dulces uvas blancas.

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