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Entrevista:MIGUEL BRIEVA | Dibujante de cómic | Signos

"La merma de público da libertad"

Nacido en Sevilla en 1974, Miguel Brieva es uno de los más importantes valores del cómic andaluz. Con un tono lleno de ironía y una constante crítica al orden establecido, Brieva ha conseguido un estilo propio que puede verse en La vida / La muerte o en El niño carajaula, entre otras publicaciones. Colaborador de diferentes revistas como El Jueves o Rolling Stone, participa estos días en el Salón Internacional del Cómic de Granada, que concluye el próximo domingo y en el que puede verse una muestra de sus últimas creaciones.

Pregunta. ¿Es el cómic un campo de resguardo a las presiones del mercado?

Respuesta. En estos tiempos, así es. La repercusión del cómic como campo para el entretenimiento ha sido barrida casi por completo por los medios audiovisuales actuales, infinitamente más sofisticados y espectaculares. Sin embargo, a principios del siglo XX, y durante buena parte de él, el cómic ocupó ese lugar de privilegio en el consumo masivo, y de este modo los dibujantes, como Windsor McCay (Little Nemo) en EE UU, o todos los de la escuela Bruguera aquí en España, sufrieron las penosas consecuencias de ser ampliamente difundidos, que no eran otras que la intervención en su trabajo de los hombres de dinero que estaban detrás del negocio. Desgraciadamente para la industria del cómic, aunque afortunadamente para muchos de sus autores, la merma de público ha supuesto una revalorización del cómic como campo creativo libre y con una creciente aceptación.

P. ¿Qué pretende con sus creaciones?

R. En un principio, entretenerme, jugar con todas las combinaciones posibles de texto y dibujo, explicarme cosas del mundo en que vivimos. No obstante, una vez adquieres cierto rango profesional, es decir, eres consciente de que lo que antes hacías por diversión ahora lo lee la gente, tiendes, además, a tener en cuenta la posible receptividad de lo que haces. No es lo idóneo, pero es inevitable.

P. ¿Cuáles son los orígenes de Miguel Brieva como dibujante?

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R. Dibujo desde pequeño, como hacen por otra parte todos los niños. Era una forma más de jugar, pero sobre un papel. Mi hermano mayor era mi compañero de juegos, y él siempre tendía a desarrollar más los aspectos técnicos de, por ejemplo, una batalla naval. Para ello se documentaba y reproducía los detalles con gran precisión. Su juego era descriptivo, casi abstracto, y así ha acabado siendo un muy buen arquitecto. Yo, por mi parte, y a rebufo de lo que él hacia, trataba de ilustrar más los lances de la batalla, las anécdotas, los mamporrazos, vaya. Y en esas sigo.

P. ¿Qué importancia tienen certámenes como el Salón del Cómic en Granada?

R. Lo cierto es que nunca antes he estado en este salón, y tampoco soy muy asiduo de este tipo de eventos. Tal vez lo más trascendente de estos encuentros, aparte de ejercer de punto de encuentro necesario para muchos aficionados, es el de ubicar al cómic como una de las disciplinas artísticas importantes de nuestro tiempo, darle visibilidad, en definitiva.

P. ¿Se considera cultura al cómic o hay una tendencia a considerarlo como un género menor?

R. Actualmente, siendo ya un poco irrelevante como fenómeno de masas (salvo el cómic manga o de superhéroes), ha pasado a reubicarse como un subgénero de la literatura o algo así, y de ahí que las editoriales convencionales estén apostando cada día más por la novela gráfica y el libro ilustrado.

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