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Crónica:LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Con la ayuda de la psicomorfología

El día del debate Solbes-Pizarro, le dije al señor Mellado: "Yo no veré el espectáculo porque, como voy a explicar en el tercer párrafo, no proceso correctamente lo que ven mis ojos y oyen mis oídos. ¿Y usted, va a verlo?". El señor Mellado es el fundador de Sicograf, una empresa de psicólogos especialistas en grafología y en psicomorfología facial con clientes en todo el mundo. Llevan más de 25 años analizando a personas desconocidas a partir de su firma y la foto de su rostro, y aconsejando a las empresas que se las han remitido si son idóneas para el empleo al que aspiran. Además, practican la peritación judicial, la pedagogía y otras actividades en las que la fidelidad de los clientes, entre otros parámetros, confirma un porcentaje muy elevado de aciertos.

Me dice Mellado que sí verá el debate por lo menos un rato, y que a juzgar por los rostros de uno y de otro lo que cabe esperar es un duelo entre un teórico, de tipo profesor universitario, pasivo (Solbes), y un pragmático, un hombre de acción (Pizarro). "En la cara hay muchos elementos que tienen que asociarse para sacar conclusiones. Uno de esos elementos es el tono de las carnes, que es lo que moviliza la acción, lo que tensa el dinamismo mental, que es el que hace que la persona sea más agresiva, combativa, inconformista o incluso polémica. El señor Solbes es de carnes átonas, con poca vida, poca energía, poca combatividad, lo cual si se suma a un modelado redondeado de los perfiles de la cara apunta a un conformismo acomodaticio y un poco plástico, en el sentido de que se acomoda, en general, a lo que se va presentando. En cambio, el señor Pizarro tiene poca carne y tensa. Eso es tono. Y los laterales no son redondeados, sino planos, lo que indica predisposición a la lucha, combatividad...".

Cuando llegan elecciones, recuerdo a Tony Blair. Su deriva fue una lección impagable. Su protagonismo en la catástrofe de Irak decepcionó a muchos de sus votantes y también a los que desde fuera veían con simpatía su forma renovadora, dinámica, ilusionada y brillantemente dialéctica de hacer política. Ni Bush ni Aznar, por citar otros ejemplos envueltos en el mismo error de Irak, fueron incoherentes: ese error era de los que les correspondía a ellos cometer, por convicciones políticas, por ideología y hasta por creencias religiosas; pero desde luego que a Blair, si acaso, le correspondía cometer errores de otra clase. De ahí la indignación con que le volvieron la espalda parte de las élites culturales británicas que le habían acompañado en su escalada hacia el error. Se sintieron tan engañadas como Mark Wallinger, mi artista británico preferido, recientemente premiado por ese State of Britain pancartista y rabioso que instaló en la Tate. Sin embargo, no se puede culpar a los demás de los errores del propio juicio. Si Blair te defraudó de una manera tan completa, entonces has de deducir que fallan estrepitosamente tus pautas de análisis del significado de los signos y sus significados, en rostros, en gestos y en discursos. Te es urgente aprender qué demonios quieren en realidad decir esas caras y esos nombres que están por todas partes. De lo contrario, el día menos pensado te venderán un apartamento en multipropiedad en Benidorm. Yo, para resetearme, he recurrido a Sicograf, los mejores especialistas en psicomorfología facial.

Ayer llamé a Mellado. Hablamos de esto y lo otro y luego le pregunté por el debate: "No lo vi más que 10 minutos. Había algo antinatural, muy preparado y quizá acordado de antemano. Solbes, eso sí, expuso sus temas con mucho aplomo e información que se supone que es cierta. Pizarro también blandió sus números, pero no parecía combativo, se había metido dentro de un esmoquin que le imponía normas con las que no estaba cómodo. A partir de ahí no podría decirte nada más, porque cambié de canal". Yo le emplacé a ver juntos el próximo debate, pero poniendo la tele sin sonido. Será más revelador. Ya diremos aquí lo que haya.

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