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Reportaje:EL OTRO MITIN | FELIPE GONZÁLEZ | ELECCIONES 2008 | Campaña electoral

Estilo de "viejo rockero"

El ex presidente se explaya con discursos de una hora

Enfundado en una cazadora negra, camisa de igual color y vaqueros oscuros, el "ciudadano" Felipe González se precia, al arranque de esta campaña electoral que protagonizó en Galicia con tres largos mítines de más de una hora, de desplegar en todo su esplendor su arte y maña de orador "libre" e independiente. "Hablo como un viejo rockero de la política", un artista "de ésos que no le gustan a Rajoy".

A punto de cumplir 66 años y más de 12 retirado del escenario gubernamental, el ex presidente es un "abuelete", dice, pero que huye como de la peste de contar batallitas del histórico triunfo socialista de 1982. Todo lo contrario. González tiene, subraya, "la cabeza en los desafíos del siglo XXI" y mantiene "intacto" su espíritu "de rebeldía y anticonformismo". Es "un ciudadano del mundo" con una libertad total que le permite, con más poderío que a sus compañeros del PSOE, contrarrestar y combatir a "esa derecha que no comprende nada", replicarle por sus disparates contra la gente de la cultura o reprochar a Rajoy "lo cómodo que se siente con el revival de uniformes con botas y obispos disfrazados de colorado" que se pronuncian sobre política, como en tiempos del franquismo.

"Zapatero no le contesta a Rajoy en esos términos porque no le sale. Pero yo sí puedo, porque soy libre", se jacta González. En los mítines en los que no va de "telonero de Zapatero", el ex mandatario se explaya más de una hora, respondiendo a los piropos que sigue cosechando. Y si en el escenario electoral se comporta como "un viejo rockero", sudando por culpa de unos focos cuya presencia no se explica, dice, porque ni quiere, ni sale en televisión, González conserva intacto el poder de convocatoria.

Llenó hasta la bandera los polideportivos, en Vigo el miércoles, y en Lugo anoche, pero también desbordó las paupérrimas previsiones de la organización socialista, al mediodía de ayer, en A Coruña. Más de medio millar de personas se quedaron sin poder escuchar a Felipe en la pequeña sala de cámara del Palacio de la Ópera. No cabía un alfiler.

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