El número 77
Severo Sarduy, el escritor cubano de De dónde son los cantantes, decía, cuando a su alrededor se armaba un alboroto indelicado: "Noto una atmósfera sangrienta a mi alrededor". Alguien comentó, sobre el tono de la campaña: "Hay mucha mala leche circulante que a lo mejor algún día se coagula". Más o menos, lo que decía Severo.
Manuel Azaña lo dijo más poéticamente, en medio de un rifirrafe en 1932: "Vivimos sobre un volcán". Cuando encontré la frase de Azaña escuché en la radio de los obispos que hablaban de Bermejo; un oyente les había obsequiado con una etimología, que fue leída con regocijo. Bermejo significa gusano rojo. Ja, ja. La mala leche circulante no coagula aún pero el volcán está ahí abajo, en medio de la atmósfera sangrienta. Rajoy quiere trabajar, lo dijo, "para que aquí la leche valga menos que en Alemania". Pero no habló de la mala leche.
¿A qué nos lleva la mala leche? Al número 77. Un futbolista de la Roma, Cassetti, llevaba el martes un insólito número 77 en el dorsal, en el partido contra el Real Madrid. Parecía un mensaje subliminal, para Rajoy, para Zapatero. Rajoy quiere destruir el 77, Zapatero lo persigue, aunque lo rebaje en público, pero ese es su número: con el 77% de participación vence, por debajo no le sirven ni los vídeos de Isabel Coixet.
Al PP lo están maquillando, para que no se le vea la mala leche circulante. Lo decía ayer Carles Santos, periodista y académico, en Tele 5. Es autor de un libro, Relato electoral de España (1977-2007), y se hacía una pregunta: "¿Dónde está aquel se rompe España, dónde han quedado los estatutos, qué pasó con la entrega de España a la ETA?". ¿Dónde se han ido los temas de los cuatro años? Se han ido detrás del 77. Rajoy está preocupado por el precio de la leche; le dijeron que se despreocupara del resto. Se lo dijeron en septiembre, y después ha venido lo del "cerebro y el corazón", y empezó su primavera, más sonrisa y menos rabia.
Sus asesores saben que esa dentadura del 77 se puede mellar si a los indecisos se les dice que Rajoy no era aquel sino este, que es "él mismo", que ya se quitó de encima las adherencias que le atribuyen. No se quitará la barba, pero es capaz de quitarse hasta los dientes de leche para morder el 77.
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