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ELECCIONES 2008 | Precampaña electoral

CiU se juega su relevancia como partido bisagra en España

La federación busca aumentar sus exiguas cuotas de poder

Todos los planes se han venido abajo. Toda la estrategia laboriosamente hilvanada por Unió Democràtica estos últimos meses se ha derrumbado. Sólo queda en pie el objetivo: conseguir unos resultados -sean los que sean- que confieran a Convergència i Unió (CiU) una posición preeminente en los pactos poselectorales.

De lo contrario, los nacionalistas pasarán otros cuatro años sin ocupar ninguna parcela de poder, ni en Cataluña ni en Madrid. Y esa sequía se deja notar por partida doble, en su influencia política y económica, y en las arcas que sustentan financieramente a los dos partidos de la federación.

El diseño previsto para esta campaña se ha evaporado por una única razón: la inesperada enfermedad del candidato. Hace una semana, a Josep Antoni Duran Lleida le fue extirpado un minúsculo tumor adosado en el pulmón. El comité electoral de CiU ha tenido que reestructurar el formato y el calendario de los actos de campaña. Este ejercicio ha resultado sencillo. Pero los democristianos no se esperaban la reacción de sus socios de Convergència durante el proceso posoperatorio.

Duran y su correligionario Artur Mas habían pactado un preciso reparto de papeles: Mas monopolizando la política catalana y Duran haciendo lo propio en la española. El tiempo ha demostrado la fragilidad del acuerdo. Si antes los discursos de ambos dirigentes podían rechinar, ahora ni siquiera interpretan la misma partitura.

Tanta cacofonía ha venido a cuento por si CiU debe, por fin, adentrarse en el ejercicio del poder en Madrid. Si, rompiendo la tradición de Jordi Pujol, los nacionalistas han de sentarse en el Consejo de Ministros. Pujol dijo que no. Mas lo vinculó a que el socialista José Montilla sea apeado de la Generalitat. Y Duran Lleida intenta, por ahora sin éxito, poner orden en tanto desbarajuste.

A fin de cuentas, vuelve a tratarse de lo mismo: tocar poder. El candidato democristiano considera que CiU tiene más posibilidades de perdurar con la vara de mando entre las manos que anclada en la fastidiosa oposición. No en vano el democristiano ha repetido sin cesar que en las elecciones del 9-M la federación nacionalista se juega su futuro. "En la oposición hace mucho frío y al final uno acaba congelándose", comenta un alto dirigente de Unió.

El PSOE aparece como el aliado ideal. Al PP, de momento, no se le tiene en cuenta. Los pactos con los populares se han demostrado fatalmente nocivos para los intereses electorales de CiU. Además, un Gobierno en Madrid presidido por Mariano Rajoy supondría "eternizar" el tripartito en Cataluña. Quizá es el único diagnóstico en el que coinciden ambos socios.

En cambio, un Gobierno de coalición PSOE-CiU tendría consecuencias en el mapa político catalán. Nadie se arriesga a diagnosticar cuáles, pero con toda seguridad se relajaría la tensa relación que ahora mantienen CiU y el PSC. Los convergentes confían incluso en hacer tambalear el tripartito catalán. Pero les preocupa el poder y la proyección pública y mediática de un posible ministro llamado Duran Lleida. Sería él, y no Mas, el cabeza visible de una coalición crecida durante 23 años al amparo de un poder que ahora se reduce a los ayuntamientos de Figueres, Sant Cugat y Martorell, y a la Diputación de Tarragona.

No al cambio de cromos

La política catalana y la española tienen vasos comunicantes, pero la primera no debe supeditarse a la segunda. Y menos la presidencia de la Generalitat. Duran Lleida consideró ayer que reconquistar para CiU el Gobierno catalán a través de un pacto con el PSOE en Madrid significaría un "inmenso error" y la "defunción de Convergència i Unió". El líder democristiano intentó, en una entrevista a Efe, arrojar un poco de luz al embrollo organizado estos días por los dirigentes de Convergència sin que ello sonara a una desautorización expresa de Artur Mas. Duran matizó que primar la lista más votada no puede generalizarse porque la Constitución establece un sistema electoral proporcional y no mayoritario. Apostó por aplicar el doble voto del sistema alemán.

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