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Reportaje:

'Brainstorming' artístico a seis

El teórico Joseph Kosuth orquesta las obras de seis artistas americanos e invade la fachada de La Casa Encendida

Sonaba La Internacional a ritmo de Gameboy, y el autor de semejante herejía, el artista Mario Aguirre (México DF, 1966), reía ayer ante su instalación, en La Casa Encendida. Titulada Karaoke Anarca Random, permite que el observador cante el himno obrero con compases metal, reggae y samba, entre otros. "Es una imagen de cómo las promesas del siglo XIX y XX se han convertido hoy en un show", explicó Aguirre. "Es gracioso porque esa letra hoy se podría considerar terrorismo social", bromeaba. "La Internacional que se oye hoy está cambiada, es como una coca-cola light sin gas".

Su pieza es parte de un curioso proyecto doble ideado por Joseph Kosuth (Toledo, Ohio, EE UU, 1945), un artista conceptual de gafas circulares y gesto nervioso, algo propenso a las grandes formulaciones teóricas. Que si qué es el arte, que si cómo se produce el significado, etcétera. En esta ocasión ha tomado el edificio de La Casa Encendida como una gran caja de experimentación. En el exterior, ha cubierto la fachada con unas 60 citas de Borges, Cortázar y Onetti, y lo ha titulado Al fin creí entender. En el interior, ha expuesto un novedoso proyecto colectivo con las creaciones de un sexteto de artistas.

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Kosuth reunió hace unos meses a seis creadores latinoamericanos residentes en Madrid (Alexander Apóstol, Busto Bocanegra, Sandra Gamarra, Hisae Ikenaga, Ximena Labra y Aguirre) y les encargó que cada uno pensara una obra para que otro la llevara a cabo. Sin conocerse y sin haber trabajado antes juntos. El resultado, que se titula Located work y se exhibe en La Casa Encendida hasta el 30 de marzo, ha dado resultados dispares. Desde piezas que invitan a participar, como el citado karaoke de Aguirre o el saco de boxeo de Bocanegra, que cuelga sobre un mapa del hemisferio sur y que anima al observador a golpearlo. El saco lleva una cámara que proyecta un mapa sobre el mapa del suelo. "Cada vez que se golpea, la imagen se distorsiona, en referencia a la concepción deformada que se tiene del sur desde el hemisferio norte", detalla Aguirre, que ideó la obra. Otras piezas son instalaciones más conceptuales, como la de Ximena Labra (México, 1972). Su idea proponía recoger todos los encargos que recibe una persona a lo largo de una semana. "Desde pon la pasta a hervir a ve a tirar la basura, etcétera", añade Labra, sobre la pieza que finalmente realizó Gamarra. "Era curioso porque ninguno sabía nada de los otros. A mí me pedían que pintara y yo nunca he pintado. La idea que yo le propuse acabó de una manera muy diferente a como yo la había pensado".

Todos han obedecido las instrucciones de Kosuth, que ha dirigido la obra como un maestro de orquesta. "Ha sido como estar en una caja de mariposas en la que él nos ha colocado. Es como formar parte de una especie de engranaje", añadió Aguirre, junto al karaoke obrero que le inspiró su colega Bocanegra. La clave de la muestra, explicó ayer Kossuth, ha sido jugar con una ambigüedad. "Son artistas, tanto los de la fachada como los del interior, que están unidos por una lengua, el español, pero al mismo tiempo están lejos de su cultura de origen". Esa idea la ha tomado Hisae Ikenaga (México DF, 1977) en su instalación. Ha grabado 20 conversaciones de inmigrantes ecuatorianos, rumanos y marroquíes y les ha hecho recitar frases de anuncio sobre el turismo en España, como "el jamón ibérico es la joya de la gastronomía madrileña". Su intención: contrastar los intereses de inmigrantes y turistas.

"¿De quién es la obra, del que la piensa o del que la ejecuta?", se pregunta Kosuth. Al final, no se sabe si los visitantes acabarán preguntándose sobre qué es el arte o si más bien se lanzarán a cantar La Internacional a ritmo de samba.

Un fragmento literario ilumina una esquina de La Casa Encendida.
Un fragmento literario ilumina una esquina de La Casa Encendida.ÁLVARO GARCÍA

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