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Crítica:CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Indigerible

A los grandes divos -sean cantantes, directores, escenógrafos, etc.- muchas veces no se les paga solo con dinero. También, intercambiando actuaciones y promoviendo estrenos y/o reposiciones de obras que, de otra manera, tendrían pocas ocasiones de darse. Es frecuente asimismo la utilización de un teatro o auditorio a modo de ensayo general de una producción que va a realizarse en un espacio de mayor renombre.

Es posible que alguno de esos motivos haya influido en la programación de Le dernier jour d'un condamné en el Palau de les Arts. La obra, que no se sostiene ni por el texto ni por la música (por más que el origen literario remonte a Victor Hugo), contó con Roberto Alagna en el papel principal de una partitura escrita por su hermano David y cuyo texto está firmado por ambos más el otro hermano, Federico. Cabe recordar que Alagna -tenor en la cresta de la ola- actuará en la gala Puccini del día 20. Quizá por ello hemos debido sufrir dos interminables horas de una música anticuada y hollywoodiense -con perdón para todos los grandes compositores cinematográficos-, donde no pasaba nada excepto, de vez en cuando, algún estruendo de bombo y campanas, donde los personajes eran arquetípicos, privados de individualidad y evolución, que aparecían como dos condenados a muerte genéricos, en un alegato contra esa pena que pierde toda su fuerza al no lograr transmitir su sufrimiento al espectador, y que se mueve más en el terreno ideológico que en el de la comunicación artística. Un panfleto de veinte líneas bien escrito conseguiría posiblemente más oposición a la pena capital que esta engorrosa obra de la familia Alagna.

LE DERNIER JOUR D'UN CONDAMNÉ

De David Alagna. Orquesta de la Comunidad Valenciana. Coro Filarmónico de Praga. Dirección musical: Franck Villard. Solistas vocales: R. Alagna, N. Manfrino, S. Antonucci, J. Agulló, R. Rittelmann. Palau de les Arts. Valencia, 12 de febrero de 2008.

Roberto Alagna cantó bien, pero peor de lo que su fama exigiría. Esporádicos momentos de fragilidad o de debilidad repentina empañaron su cometido. Nathalie Manfrino cuidó mucho la dinámica, el fraseo y la expresión. Erwin Schrott fue sustituido por Richard Ritelmann, que cumplió satisfactoriamente en todos los roles, al igual que Javier Agulló y Estefano Antonucci. Coro, orquesta y director se esforzaron, en vano, para hacernos digerir lo indigerible.

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