"Pensé que me iban a matar"

Fernando, un empresario de joyería de 47 años, no se ha recuperado aún del susto que vivió la tarde del pasado domingo, en su almacén de Villaverde. "Me apuntaron con una pistola y me dijeron que me iban a matar si no les abría las cajas fuertes. Pensé que lo harían", recuerda desde una cama del hospital 12 de Octubre, donde se recupera de la fractura de una rodilla y de un tobillo. Se las hizo en plena desesperación cuando huyó por la ventana y se arrojó al vacío para huir de sus captores.

Fernando dispone, al igual que muchos joyeros de la región, de un sistema de videovigilancia que les permite ver las cámaras de seguridad desde una agenda electrónica. El domingo por la mañana se conectó y comprobó que no recibía imágenes. Habló por teléfono con su esposa, que dio a luz el viernes al segundo hijo de la pareja. Antes de ir a recogerla a la maternidad de O'Donnell, se pasó por el taller, en la calle de las Lenguas, número 16. Su sorpresa llegó cuando subió a la tercera planta y vio la puerta de la imprenta colindante a su local abierta.

"Estoy pensando en retirarme después de esto", afirma el joyero

"Empujé la puerta de mi local y se abrió con un solo dedo. Oí pasos y salí corriendo escaleras abajo. Me dio tiempo a llegar al portal y gritar varias veces socorro. Enseguida me cogió uno y me obligó a subir de nuevo", recuerda Fernando.

Los siete encapuchados llevaban guantes para no dejar huellas. Le quitaron las gafas. "Sólo pude ver que una de las cajas fuertes [hay cuatro] la habían reventado. Me pusieron una pistola en la cabeza y me dijeron que o les abría las cajas o me pegaban un tiro", añade el empresario. Él les dijo que era el dueño de la imprenta, pero uno de los asaltantes le reconoció. "Éste no se mueve, que es el dueño", les dijo a sus compinches. Acto seguido, le amordazaron y le ataron las manos con cinta de embalar. "Hablaban como con acento suramericano, pero no estoy seguro de que realmente fueran de allí. Parecía que simulaban el acento", explica la víctima. Fuentes policiales aseguran que la forma de robar parece propia de delincuentes de Europa del Este. Los asaltantes iban provistos de dos bombonas de oxígeno y sopletes para abrir las cajas.

De repente se oyó una sirena por la calle. Todos los atracadores se marcharon hacia la parte delantera del edificio ante el temor de que fueran en su captura. "Alguien debió de oír los gritos de socorro y llamó a la policía. Ésa es al menos mi impresión", añade Fernando. Éste pudo zafarse y quitarse la cinta de embalar.

"Me fui para la parte trasera y salí a la terraza. Me descolgué hasta la segunda planta a través de un toldo. Después, me agarré a los barrotes de las ventanas. Estaba muy nervioso porque pensé que de ésa no salía, que no volvería a ver a mi familia", afirma el empresario. Éste es el cuarto atraco que sufre Fernando desde que está en el mundo de la joyería, desde los 14 años.

"No sé si me tiré o me caí presa de los nervios, pero el caso es que me hice mucho daño. Al ser la parte trasera, no había nadie. Tuve que arrastrarme más de 70 metros hasta que llegué a una zona en la que ya había unos pisos. La policía estaba allí y me pudieron auxiliar hasta que llegó el Samur", rememora Fernando. Éste fue trasladado al hospital 12 de Octubre, donde fue operado de urgencia para reconstruirle la rodilla lesionada.

"Todavía no sé lo que se han llevado. Había dinero en efectivo y bastantes joyas. Estoy pensando en retirarme después de esto", concluye Fernando.

Un joyero se lanza de un tercer piso para huir de siete ladrones