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Una gincana de 18 kilómetros

F. Javier Barroso

Circular por la carretera de los pantanos (M-501) resulta toda una experiencia. Mientras el conductor se encuentra cómodo en los 22 primeros kilómetros, hasta el desvío de Quijorna, los 18 restantes parecen un rally en el que superar los 40 kilómetros de limitación supone un grave riesgo.

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Curvas a distinto nivel, cambios de rasante continuos y maquinaria pesada que va a paso de tortuga hace que el afectado tenga que tomarlo con demasiada paciencia. Mientras, en los laterales se ven grandes encinas que se han librado de ser trasplantadas como ha ocurrido con otros ejemplares de decenas de años. Éstas se hallaban en las zonas por las que transcurrirá el futuro desdoblamiento de la vía. Las quejas de los ecologistas de poco han servido.

Cuando el vehículo se desvía desde la M-40 para coger la M-501, lo primero que sorprende es una moderna autovía con dos carriles por sentido, amplios guardarraíles y señalización luminosa en paneles que van de lado a lado de la carretera. El trazado es suave y los coches suelen superar con facilidad los 100 kilómetros por hora del límite de velocidad. Hacer los 22 primeros kilómetros no cuesta menos de un cuarto de hora.

La llegada al desvío de Quijorna ya supone un cambio radical. Dos kilómetros antes, las señales ya avisan de que se reducen el número de carriles y el límite de velocidad. La entrada al estrechamiento ya supone un eslalon entre pivotes reflectantes.A partir de ahí, las líneas amarillas en los laterales recuerdan de forma persistente que la zona está en obras. A partir de ahí, el aspecto cambia. A ambos lados de la M-501 se van mezclando los terrenos ya asfaltados en tramos mordidos a zonas anteriormente ocupadas por las encinas. Para el conductor resulta difícil mantener el límite de velocidad y los conductores que le siguen suelen incordiar para pisar el acelerador. Eso sí, existen tramos donde no resulta lógica la restricción de velocidad. Son largas rectas con visibilidad perfecta.

Cada 200 o 300 metros se ven operarios con petos amarillos o naranjas en los laterales de las vías. No dudan en levantar un stop para parar la circulación y permitir que salga un camión repleto de tierras y piedras. "El ir por esta carretera es un auténtico peligro. La Guardia Civil mete radares cada dos por tres, mientras los conductores suelen agobiar para que vayamos más rápido", comenta Luis, un vecino de Colmenar de Arroyo. "Por la noche, es todavía peor. No hay ningún tipo de iluminación y se tiene que ir muy despacio para no salirse de la carretera. Además, no está muy bien señalizada", añade Juan, un residente en Chapinería.

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Polvo y camiones

La desviación hacia Villamantilla se hace hasta ahora al mismo nivel. Cuando esté desdoblada la M-501, se levantará una enorme rotonda sobre los carriles de forma que se evitará un cruce muy peligroso. "Ahora no hacemos más que tragar polvo y ver camiones y camiones todo el día. Esto es un sacrificio demasiado grande", protesta José María, un vecino de Navas del Rey.

Uno de los municipios donde los trabajos son más visibles es el de Chapinería. Los camiones no paran de cargar arenas y enormes piedras que han sido horadadas con potentes excavadoras. Mientras, otros operarios no paran de bombear hormigón para levantar un puente que permita comunicar el centro urbano con la futura autovía. En este tramo sorprende las pintadas hechas sobre los bolardos de protección. La figura de un lince es visible en las curvas, en señal de protesta por la supuesta existencia de esta especie en peligro de extinción y que puede morir con la nueva carretera.

La llegada a Navas del Rey supone el final de las polvaredas y los carriles asfaltados aún sin utilizar. A partir de aquí, se vuelven a una vía de doble sentido. Un enorme cartel con los logotipos del Gobierno regional recuerda que estas obras comenzaron en 2006, pero no indica cuándo concluyen. El presupuesto, 44 millones de euros. Al lado, frases como "Aguirre, fascista" y "Zabía [anterior consejero de Medio Ambiente], arboricida" adornan el cartelón.

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Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.

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