Otro fiasco del Atlético

Al Atlético le está sentando fatal el nuevo año. El equipo de Javier Aguirre sumó en Mallorca su tercera derrota consecutiva entre la Liga y la Copa. Y lo peor es que estuvo un punto por debajo de su rival en casi todos los aspectos del juego. Abúlico durante el primer tiempo y algo más luchador en el segundo, el conjunto rojiblanco trató de marcar el ritmo del partido. Pero no carburó ni cuando cedió la iniciativa ni cuando optó por hacerse con el dominio del balón.

Enfrente se encontró al Mallorca más imprevisible de los últimos años. Un equipo que funciona a embestidas. A costa del Atlético, el equipo de Gregorio Manzano rompió una racha de más de cuatro meses sin ganar en Son Moix.

La apatía rojiblanca se puso de manifiesto desde el comienzo. Al cuarto de hora, el Mallorca había forzado ya cuatro saques de esquina y asediaba el área de Abbiati con Arango y Güiza asistidos por Ibagaza y reforzados por las peligrosísimas llegadas de Jonás y Varela desde los costados. Fue este último quien fabricó la jugada del único gol, adentrándose por la izquierda y descerrajando un balonazo que Abbiati rechazó hacia el punto de penalti. Allí lo recogió Güiza, que lo cedió de primeras a Arango para que el venezolano ignorase a Eller y marcara a placer.

El Atlético se pareció al equipo contemplativo que cayó el miércoles en Valencia en la ida de los cuartos de final de la Copa. Tal vez con la cabeza puesta en ese torneo y también lastrado por las bajas, Aguirre presentó un once poco habitual: apostó por la contundencia en el centro del campo y relegó a Agüero al banquillo.

Al final, Aguirre no tuvo otra que sacar al Kun a falta de media hora. Entonces, el Atlético cambió de velocidad y, por primera vez en la tarde, pareció acariciar la posibilidad del empate. A eso ayudó mucho la naturaleza asustadiza del Mallorca, que entregó la pelota sin rubor y retrasó sus líneas, excesivamente temeroso de perder los tres puntos en el último suspiro, como le sucedió el domingo anterior contra el Levante.

Pero el acelerón final del Atlético, aunque meritorio, resultó insuficiente y se diluyó definitivamente cuando Reyes fue expulsado, ya rozando el final del partido, al ver la segunda tarjeta amarilla por una entrada a Arango. El extremo andaluz, que había visto la primera amonestación por protestar una decisión arbitral, acabó convertido en la imagen perfecta del fiasco rojiblanco.