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Columna
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El regalo

Bob Geldof fue cantante de los Boomtown Rats, con una buena canción en los años ochenta del siglo pasado, I don't like mondays, y luego se convirtió al rock caritativo de las megaestrellas y montó conciertos a beneficio de África. Pasó a finales de noviembre por Málaga, para meditar con altos líderes del mundo sobre el estado actual de la Tierra, pero, apabullado por el paisaje construido en la zona, Geldof habló de la zona y se asombró de que no hubiera acceso a Internet en ningún sitio. Una autoridad competente de la Junta le explicó que aquí hace mucho sol, demasiado para que la gente se entretenga conectándose.

La Ley de Impulso a la Sociedad de la Información (LISI), de diciembre del año pasado, en su disposición adicional segunda, dice que "el Gobierno, en colaboración con las Comunidades Autónomas, impulsará la extensión de la banda ancha con el fin de conseguir, antes de diciembre de 2008, una cobertura universal de conexión en banda ancha, para todos los ciudadanos", y ahora el PSOE andaluz promete electoralmente cumplir la ley que lo obliga a la cobertura universal. Y, quizá porque las promesas de cumplir la ley resulten innecesarias, o propias de forajidos, ofrece algo más: conexión gratis a Internet en la región.

Yo, por un deseo de clarificación, añadiría que Internet, en caso de realizarse el deseo socialista, no sería exactamente gratis en Andalucía. Por lo que leo en el reportaje de María R. Sauquillo, en las páginas de Vida y Artes de este periódico, pagaría la conexión la Administración pública, que, además, ejercería un papel de intermediaria con las compañías de telecomunicaciones. El usuario de la Red elegiría un servidor, sin reparar en el precio (puesto que paga el Estado), "sino en las ventajas o promociones que le hagan las compañías", como dice la secretaria general de Telecomunicaciones, Pilar Rodríguez. Los socialistas han tenido en cuenta el caso de Atarfe, a pocos kilómetros de Granada, donde el Ayuntamiento dio acceso gratuito a Internet a los vecinos, y en la primavera del 2004 fue castigado por atacar "la libre competencia en el servicio de acceso a Internet y en la explotación de las redes públicas de comunicaciones", según encuentro en www.internautas.org.

La idea de explotar lo público suena a contradicción horrorosa, si explotar significa, como dice el diccionario, "sacar utilidad de un negocio o industria en provecho propio". Los socialistas que gobiernan la Junta quieren resolver la contradicción participando en el mundo empresarial, aliándose con los constructores y los bancos para hacer pisos, y colaborando con las compañías telefónicas para llevar Internet a todas partes. No es mala idea, aunque habría que evaluar los efectos de la adaptación del Estado, que es de todos los ciudadanos, a las circunstancias egoístas del mercado libre. El punto de confluencia entre Estado y negocio siempre ha sido un terreno propicio a la corrupción.

Es estupendo que lleguen las elecciones para que los partidos prometan abrir universalmente Internet. El PP daría, si gana, bonos de 240 euros para la conexión, más 600 euros para un ordenador. La Administración socialista ofrecería una contratación-regalo, básica, promocional, porque, tras el descubrimiento de Internet, el usuario querrá más velocidad y contratará por su cuenta con las compañías del sector, según explican los hoy responsables de la Junta. Los partidos han copiado las campañas publicitarias de los bancos, que antes pagaban intereses al cliente que les confiaba los ahorros, y ahora, además de cobrarle, le regalan una cámara de fotos o una toalla. Llueven ofertas por el voto en tiempo de liquidación electoral, y éstos son tiempos de infantilización, de pérdida de la idea de ciudadanía corresponsable política y económicamente, a través de los impuestos, que todos quieren rebajar.

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