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Desde el Pacífico
Columna
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Ciencia, riesgos y ciencia ficción

DOSCIENTOS CIENTÍFICOS REUNIDOS en Google dedicaron buena parte de sus discusiones a los riesgos de la ciencia moderna. El formato libre (no había agenda prevista y los temas fueron escogidos por los participantes al llegar) permitió, incluso, que se hablara de uno de los temas que más les interesan y que más contribuye a los adelantos actuales: la ciencia ficción.

El biohacking o, en términos sencillos, la fabricación artesanal de virus y enfermedades peligrosas, es un tema de preocupación. Con todos los experimentos que se hacen en las escuelas "se da un extraordinario poder a gran número de gente", según Greg Bear, estudioso del caso desde hace muchos años. Los aparatos se compran en eBay y se puede hacer la producción en cualquier garaje.

"Tenemos que alentar a la gente a que tenga ideas raras", cree Jaron Lanier, pionero de la realidad virtual. La frase resume la actitud del encuentro
"¿Para qué sirve la ciencia ficción?", fue el título de una fascinante discusión organizada por el investigador Henry Gee, de la revista 'Nature'

Roger Brent, director del Molecular Science Institute de Berkeley, estima que son más de 100.000 las personas capaces de producir ántrax. Concuerda con Bear cuando dice: "Es poco probable que nos enfrentemos a una catástrofe mayor". El ataque en sí podría no ser lo peor. La reacción podría hacer más daño si es excesiva. El reto, por lo tanto, es ¿cómo preparar a la gente psicológicamente? No hay respuesta evidente.

Denise Caruso, autora de Intervention, libro sobre los riesgos de la ingeniería genética, abordó el tema, menos dramático por ahora, pero omnipresente, del manejo de la incertidumbre. Los científicos quieren "evidencias", pero "no sólo ellas cuentan". "¿Qué quieres decir con esto?", preguntó medio enojado un reconocido profesor. "Que hace falta, en el análisis de riesgos, tomar en cuenta cómo la gente usa la tecnología. Las cosas no se dan de la misma manera en los laboratorios que en el mundo real. Lo difícil es que la evaluación de las probabilidades es compleja cuando, por definición, se consideran situaciones que nunca se han dado". Caruso pide que un serio análisis de riesgos se integre a la investigación. "No para detener el progreso, sino para proteger a la gente". No todos los científicos están listos, y el choque cultural puede ser serio.

¿Para qué sirve la ciencia-ficción? fue el título de una fascinante discusión organizada por Henry Gee, de Nature. Publica cuentos cada semana y quería nuevos colaboradores. "Pero no se trata del futuro, resulta demasiado difícil predecirlo. Se trata de expresar nuestras preocupaciones comunes en un ambiente futurista". Permite mirar a los problemas de manera diferente, lo cual puede llevar a plantearlos mejor.

Lo más sorprendente fue la participación de Richard Satava, médico militar encargado de programas para DARPA, agencia del Pentágono responsable de la invención de Internet y de los robots de coches que se manejan solos. "Varias veces he leído novelas de las cuales saqué ideas que sus autores consideraban irrealizables y las desarrollé. Algunas se realizarán dentro de 20 años. No las tomo como descripciones técnicas, más bien como inspiración". También usa a los autores como consejeros. "Me ayudan a decidir dónde invertir". Una parte considerable de las investigaciones más audaces son financiadas por DARPA.

"Tenemos que alentar a la gente a que tenga ideas raras", considera Jaron Lanier, pionero y promotor de la realidad virtual. Resulta una buena fórmula para resumir una actitud repetida en el encuentro. El millonario Charles Simonyi contó su viaje como turista del espacio. Ex modelo y empresaria, Martha Stewart habló de su proyecto de software para la "casa sin papel". Hasta un mago (James Randi) presentó su visión de las seudo-ciencias.

Lo más importante es cuestión de estilo. La total libertad en la elección de los temas contribuye a la calidad de los intercambios. "Regresé a casa con varias ideas de colaboración", me dijo Eric Bonabeau, presidente de Icosystem, empresa de Boston. "Una de ellas consiste en desarrollar con Hod Lipson, de la Universidad de Cornell, nuestro proyecto de Food Machine para la NASA utilizando la impresora 3D desarrollada por él".

¿Quién habló de cosas raras? Imprimir la comida a distancia... ¿Locura? ¿Sueño? ¿Ciencia-ficción? ¿O será una idea adelantada a su tiempo?

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