Terapia suspendida
A Javier Aguirre le gusta hacer dibujos. Aunque sea con los pies, sobre el césped y limitado por unas rayas blancas que definen la zona técnica al lado del banquillo. Más que famosos son sus paseos por ella. Un paso atrás, otro adelante, otra vez atrás dibujando quién sabe qué. Tan famosos son que en las dos últimas jornadas -contra el Deportivo en la Liga y el Valladolid en la Copa-, cuando no asomó su nariz al campo en ningún momento, tuvo que contestar en las ruedas de prensa a varias preguntas sobre su desaparición. "Llevo dos partidos sin salir, sí. Es una especie de terapia. Voy a ver si puedo aguantar otros encuentros más", respondió.
La terapia terminó ayer. Tardó 30 segundos. Justo a tiempo para aplaudir el disparo de Pablo en el primer minuto. Justo a tiempo para celebrar el gol de Agüero -el noveno: supera a Raúl y alcanza a Milito en la clasificación del Trofeo Pichichi- 26 minutos después. Justo a tiempo para aplaudir el juego de los suyos y la superioridad sobre el Valencia en el primer periodo.
El conjunto de Koeman no tiene rumbo. Mejor dicho, el técnico ha perdido la brújula. Ayer colocó a Arizmendi, delantero, de lateral derecho. Sentó a Vicente y Zigic en el banquillo y volvió a entregarle a Joaquín el ataque. Eso sí,rectificó en la segunda parte poniendo al gigante serbio, haciendo debutar al recién fichado Banega y, casi al final, dando entrada a Vicente.
Demasiado tarde. El Atlético consiguió derrotar -era la segunda vez en las últimas seis temporadas- al Valencia, que cierra una primera vuelta de pesadilla, a nueve puntos de los puestos champions. Lo contrario que el conjunto rojiblanco.
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