Perspectivas y Viagra
¡Cómo nos hemos puesto! Después de rellenarnos los últimos intersticios corporales con viandas, turrones y espirituosos, la hemos emprendido con los bolsillos e incluso con los faldones de la camisa. Ya no nos cabe ni siquiera el palillo de un pintxo. Pero tiene su lado bueno. Engordar nos emplaza a recobrar la figura (o no) y ya tenemos un objetivo por delante. Porque el año viene bueno y además es bisiesto, es decir, que cuenta con un día más -de labor- en un mes de lo más anodino. Lo último ha sido el roscón de Reyes, me refiero a lo que nos hemos metido entre pecho y espalda. Hubiéramos avanzado más tomando cada uno dos, dos roscones, y terciándonoslos en bandolera como hacían con los tubulares antaño los ciclistas, aquellos esforzados de la ruta. Así, con su ejemplo, hubiéramos podido subir la cuesta de enero como quien la baja y también ese otro Tourmalet de marzo, con mucho el más cuesta arriba, sobre todo porque ya ha empezado. PSOE y PP están en la guerra de trincheras desde antes de Navidad y ni siquiera la han respetado, vamos, que mientras los demás nos atiborrábamos y a lo sumo cantábamos algún villancico ellos seguían bombardeándose.
Los dos grandes partidos están en empate y el voto del señor Cayo será otra vez protagonista
El tema estrella de las Navidades -obsérvese la sutileza- ha sido el de los obispos y la familia, tras cuyas maniobras el PSOE trata de ver la mano del PP, que se guarda muy mucho de desesconderla si es que tuvo que ver algo en aquel lanzar la piedra. Mientras el PP se escurre como una anguila para que no le descubran su parte más radical, el PSOE ha tenido que mostrar su lado más progre, lo que encantará a su electorado, pero le resta posibilidades de cara a conquistar parte de ese centro por el que también pugna el PP. Uno y otro buscan radicalizar a su oponente al par que escurren el bulto. Y ahí quien lo tiene más duro es Zapatero, en tanto que cabeza del Gobierno y cabeza más visible de su partido. Primero, porque la coyuntura económica no le favorece; antes bien, el hecho de que aumenten la inflación y el paro al final de la legislatura deja en el sentir de los españolitos la sensación de que toda la legislatura ha abocado a eso, a obtener malos resultados económicos. Incluso si el Gobierno estuviera en medida de rebatir tal apreciación, los datos buenos que podría aportar sonarían a justificación o a torpes intentos de minimizar el desastre.
En su intento de ofrecer algo positivo, el Gobierno saliente sólo está en medida de ofrecer la ilegalización de ANV, una vez admitido el error de creer en la buena disposición de ETA, pese a que los hechos iban demostrando que no había tal, si es que es esto lo que ha querido ofrecer Zapatero como reconocimiento de su error. Lo que no es seguro es que vaya a llegar a tiempo, quiero decir, según los plazos que la ley marca para estas cosas, pero maestros tiene la Santa Iglesia, con perdón, que lo sabrán. Y también podría ser tarde para que le caigan réditos al PSOE, sobre todo porque el PP podría explotar el hecho de que, a la postre, el PSOE ha tenido que volver a la política de 2004. Respecto al resto de ofertas, conejo, AVE y no socavones, valen lo que valen, más bien poco. Total, que los dos grandes partidos están en empate técnico y el voto del señor Cayo va a convertirse otra vez en protagonista por lo disputado, claro.
Lo único desconcertante en este panorama es que las farmacias del País Vasco se pusieron como locas de vender preservativos y Viagra durante estas fiestas. ¿Habrá tomado nota Ibarretxe sobre lo que quieren decidir de verdad los vascos?
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.