Jaque al país pacífico
Los atentados amenazan al incipiente sector turístico mauritano, la alternativa al petróleo
La cancelación del Rally Lisboa-Dakar es un golpe duro para Mauritania no sólo porque la prueba deportiva era una fuente de ingresos y un motivo de orgullo sino porque desbarata los esfuerzos por desarrollar una industria turística. El país recibió en 2007 a unos 30.000 turistas, en su mayoría franceses que recorrían el desierto, pero Francia desaconseja ahora las visitas. El turismo revestía tanta más importancia cuanto que el petróleo, que se empezó a bombear hace ahora dos años, no proporciona las divisas esperadas. Mauritania es uno de los países más pobres del mundo.
Han bastado dos atentados a finales de diciembre para acabar con la reputación de Mauritania como país pacífico y acogedor. Ni siquiera el compromiso de las autoridades de Nuakchot de proteger al rally con 4.000 policías y gendarmes ha apaciguado el temor que inspiran las amenazas de Al Qaeda.
El primero de los atentados, el 24 de diciembre, no ha sido, curiosamente, reivindicado por esta organización terrorista. Una familia de cinco franceses fue tiroteada por tres hombres cuando se había parado a comer al borde de la carretera, cerca de Aleg. Cuatro de ellos murieron, incluidos dos niños, y sólo el padre se salvó aunque está gravemente herido.
Nuakchot empezó por explicar que se trataba de delincuentes comunes, pero no tardó en reconocer que al menos dos de ellos estuvieron vinculados con grupos salafistas. Policías franceses y marroquíes se han desplazado hasta allí para colaborar en la investigación y las gendarmerías mauritana, senegalesa y maliense han efectuado batidas. Nueve personas han sido detenidas en la investigación, pero los autores siguen en libertad.
Dos días después un grupo armado atacó un cuartel en Ghallawiya, a 700 kilómetros al norte de la capital, y mató a tres soldados de guardia. Se apoderó de cuantas armas y municiones estaban allí almacenadas. Esta vez la rama magrebí de Al Qaeda sí reivindicó el asalto.
Lo sucedido en Ghallawiya recuerda el ataque que, en junio de 2005, perpetró un puñado de islamistas contra otro acuartelamiento remoto, esta vez en Lemgheity, cerca de la frontera argelina. Se saldó con 15 soldados muertos y 5 desaparecidos. Desde entonces hasta diciembre pasado, es decir, durante 29 meses, no se produjo en Mauritania ninguna acción violenta achacable a los islamistas radicales. Para evitarlo las fuerzas de seguridad mauritanas practicaron numerosas detenciones.
La acometida de Lemghety fue obra del Grupo Salafista de Predicación y Combate, fundado en Argelia y compuesto básicamente por argelinos. Hace ahora un año se declaró vasallo de Bin Laden y cambió su nombre a Al Qaeda en el Magreb Islámico. Al actuar en Mauritania demuestra que extiende sus tentáculos por toda la región.
El suplemento de Motor de EL PAÍS publica hoy un reportaje sobre el Dakar, editado antes de la suspensión de la prueba.
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