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Entrevista:ALMUERZO CON... JIRÍ KYLIÁN

"Para crear hay que encontrar lo que te hace único"

Isabel Ferrer

No suele almorzar, sobre todo porque recuerda con nostalgia las comidas de su tierra, la actual República Checa, demasiado copiosas pero con una cálida sobremesa que en nada se parecen al veloz bocadillo con un café de los holandeses. Así que hace una excepción y elige un restaurante de moda en La Haya, con una original mezcla de cocina japonesa y gala. Llega en bicicleta, vestido de manera informal y listo para el ensayo posterior de una de sus coreografías más recientes para el Nederlands Dans Theater (NDT), Alas de alquitrán. Jirí Kylián (Praga, 1947), que fue su director artístico durante 25 años, ha compuesto bailes legendarios como Sinfonietta, con música de Leos Janácek, y sigue haciéndolo en la compañía holandesa, tampoco bebe antes de trabajar. Esta vez, de todos modos, no se resiste a acompañar el pez limón crudo que ha pedido con uno de sus vinos favoritos, un blanco del Somontano. Da un sorbo, espera a que la mesa esté puesta y proclama lo orgulloso que está de haber convertido el NDT -como llama al conjunto- "en un foco de gente creativa del que han salido por lo menos 15 coreógrafos repartidos hoy por Europa, Asia y Estados Unidos".

El gran coreógrafo quiso ser zapatero y acróbata, pero con 6 años empezó a bailar

Uno de ellos es el español Nacho Duato, al que dedicará sentidos elogios, pero antes expone su visión de lo que debe tener un buen coreógrafo para destacar. Él, que de pequeño quiso ser zapatero, acróbata o director de orquesta y empezó a bailar a los nueve años, exige un gran esfuerzo intelectual, físico y emocional a sus alumnos. "Eso les llevará a descubrir su voz en el movimiento que les defina. El que nadie más posea y les haga únicos". Es un desafío no apto para todos los bailarines, porque algunos prefieren buscar su singularidad interpretando la obra de otros. "Bailar nada más es una buena ruta, pero cuando alguien me dice que desea avanzar y adentrarse en la coreografía, le apoyo sin pensarlo". Con Duato no tuvo dudas. "Desde el primer momento supe de su calidad", dice del actual director de la Compañía Nacional de Danza.

La añoranza del principio le visita de nuevo mediado el almuerzo al evocar su salida de Praga camino del Ballet de Stuttgart y luego de Holanda. "La patria está allí donde viven tus amigos, y yo sabía que no regresaría cuando dejé mi casa el 28 de agosto de 1968. Fue una semana después de la invasión soviética y tomé el último tren que partía de un país abandonado a su suerte por los poderes occidentales. Si hubiéramos tenido petróleo, Estados Unidos habría intervenido de inmediato". Pronunciado con la fortaleza de los que se han visto obligados a ser apátridas y tener un pasaporte provisional, "que parecía una esquela fúnebre", el pequeño discurso se transforma enseguida en broma: "Lo que sí teníamos era cerveza; las famosas pilsner". Dicho lo cual, alaba a su madre Markéta, de 95 años, antigua bailarina e implacable crítica, y se estira en la silla con poderosa suavidad. Un curioso contrasentido para cualquiera ajeno al baile. A cambio del postre, que no pide, avanza el título de su nueva coreografía. Es El gemelo desaparecido, donde reflexiona sobre las obras inacabadas: "Como la vida misma, una tarea nunca completa".

Restaurante Wox. La Haya

- Hamachi crudo con salsa de coco y trufa

- Ensalada tibia de patatas y queso de cabra

- Agua mineral

- Vino Enate Somontano

- Un café capuchino

Total: 65,60 euros

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