Dos décadas con el Rey Mono
Cuando el extranjero ve por primera vez en la televisión china la serie Viaje al oeste (Xiyouji), realizada a mediados de la década de los ochenta, experimenta una extraña sensación. La estética de los personajes del clásico de la literatura asiática -mitad seres humanos, mitad animales-, sus movimientos, sus voces y sus aventuras hipnotizan e inquietan a la vez, provocando un onirismo y una desubicación cultural que cuesta vencer al principio.
Pero, para los chinos -niños y adultos-, se trata de una de las series de mayor éxito de la historia de la televisión. Desde que salió a antena en 1986, es repuesta todos los años. Adaptada de la famosa novela del mismo nombre, escrita por Wu Cheng'en durante la dinastía Ming (1368-1644), Viaje al oeste narra en tono cómico la peregrinación a India -ocurrida en realidad- del monje Xuanzang, en el siglo VII, en busca de textos sagrados del budismo. El monje viaja acompañado de tres discípulos con poderes mágicos: un espíritu con aspecto de mono; otro, de cerdo, y un tercero con apariencia de monstruo, que vivía en un río. Su misión es proteger a Xuanzang del ataque de los demonios que surgen en el trayecto, y han aceptado ayudarle para redimir sus pecados pasados.
Wu Cheng'en satiriza en la obra al Gobierno de la época, e incluye elementos religiosos y filosóficos del budismo, el taoísmo y el confucianismo. Viaje al oeste presenta múltiples niveles de lectura, que van desde la narración de aventuras hasta la alegoría y la crítica. Esto, unido a la utilización de unos efectos especiales, que, aunque puedan parecer burdos hoy, resultaron sorprendentes en la China que iniciaba hace dos décadas las reformas económicas, cautivó a los espectadores.
No es atrevido decir que no hay joven en China, en cuya casa haya habido televisión, que no creciera acompañado de las cabriolas y las peripecias de Sun Wukong, el mono, y sus compañeros Zhu Bajie (el cerdo), y Sha Wujing. Wukong, también llamado el Rey Mono, es el protagonista innegable de la historia, con su capacidad de dar saltos gigantescos y arrancarse pelos, soplarlos y transformarlos en cualquier cosa, especialmente clones de sí mismo, para ganar en número al enemigo.
El éxito de Viaje al oeste no se ha limitado a China. La novela ha sido adaptada en varias ocasiones en Japón. Uno de estos programas fue traducido al inglés por la cadena británica BBC. Igualmente ha sido objeto de libros de dibujos, películas y musicales. Y el director y productor chino Zhang Jizhong tiene en marcha un proyecto para hacer una nueva versión, en la que los efectos especiales tendrán un papel importante. Faltará ver si mantiene la capacidad de fantasía y ensoñación de la original de 1986.
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