Una mente siempre activa
Pere Portabella reparte su tiempo entre el cine y la reflexión intelectual
Una enorme cristalera comunica visualmente el despacho del director, productor cinematográfico y ex político Pere Portabella (Figueres, 1929) con la Rambla de Cataluña. Hace quince años instaló la sede de su productora en la planta noble de este céntrico edificio, en la calle que más le gusta de Barcelona. "Tuve mucha suerte", dice. Y llama la atención sobre los techos altísimos, adornados con molduras de yeso, que se repiten en todas las estancias de un piso repleto de muebles de firma, como las sillas Mies van der Rohe de la sala de reuniones. Estratégicamente situado para recibir la luz natural, su escritorio, antiguo y de recia caoba, acumula papeles y libros, justo frente a una librería decorada con una copia del Real Decreto sobre el cese del Gobierno de Aznar. A continuación, enfrentados, dos sofás de cuero negro y, al fondo, un televisor y un monitor donde Portabella visiona las pruebas que le envían desde el laboratorio. Un rico compendio de sus múltiples inquietudes y aficiones. Las paredes están habitadas por obras de Tàpies, Chillida, Gordillo, Campano. Algunos, regalo de los propios artistas. Otros, comprados. Le gusta sentirse arropado por su presencia. El cineasta eternamente incomprendido en las salas y aclamado en los museos de arte contemporáneo, que acaba de estrenar su primera película en 17 años y la que mejor acogida ha recibido por el público, Die Stille vor Bach (El silencio antes de Bach), es un trabajador de método. Llega al despacho temprano y le gusta empezar la jornada leyendo los periódicos, y enlazarla con otras lecturas más especializadas. Se lo exige su trabajo al frente de la Fundación Alternativas, donde coordina estudios y dirige seminarios de expertos en cuestiones transversales, desde los recursos naturales del planeta hasta el estado de la democracia en algunos países, que le obligan a una perenne reflexión intelectual. Político de izquierdas, miembro de la comisión para la redacción de la actual Constitución, independiente que evitó siempre el gregarismo de los partidos, no se permite bajar la guardia. Se impone un horario y evita las distracciones. Su mente siempre está en activo, y en su vocabulario personal no existen las palabras descanso o retirada. La práctica dominical del golf le permite liberar tensiones y mantenerse en forma. Le carga las pilas, como lo hace también trabajar con un equipo de colaboradores a quienes saca bastantes décadas, que ahora bromean en el despacho contiguo a cuenta de una original felicitación navideña. Siempre se sintió a gusto entre generaciones más jóvenes. Tal vez porque le ayudan a no sentirse descabalgado del mundo, en el que tantas cosas le interesan.
Ginart
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