"Aquí huele a demonio"

Dos ataúdes, dos funerales separados y dos ceremonias muy distintas. En el sepelio de Dolores Águedo Morcillo, de 26 años, un enorme gentío acudió a darle su último adiós. En cambio, la misa por su hermano, José Manuel, fue mucho menos concurrida. Ella era la víctima y él su verdugo. Aunque los vecinos de Oliva de la Frontera (Badajoz) coinciden en que a este hombre, que acabó siendo abatido por un tiro de un guardia civil, se le fue la cabeza. Nadie encuentra otra explicación más plausible.

Por expreso deseo de la familia, el féretro con los restos mortales de Dolores no se cruzó con el de su hermano. Llegó al municipio sobre las cuatro de la tarde, fue introducido en la iglesia y unas 500 personas desfilaron ante su madre, sus dos hermanas (Antonia y María Teresa) y el marido de la víctima, Javier, para darles el pésame. El cura pidió comprensión por esta "muerte extraña" e "incomprensible".

Acabado el oficio religioso, el cadáver de Dolores fue trasladado a Badajoz para su incineración. Justo cuando el coche fúnebre abandonaba la plaza de la Constitución, llegó la comitiva con los restos de su hermano. En esta ocasión no hubo fila para dar las condolencias a los deudos. Y muchos de los vecinos decidieron marcharse a sus casas. La iglesia se quedó medio vacía.

José Manuel Águedo, de 37 años, mató a cuchilladas a su hermana en la mañana del lunes, después de haber agredido con un pico a José Manuel Borrachero y a María Gallego, dos vecinos a los que encontró a su paso cuando saltaba de corral en corral posiblemente intentando llegar a la casa de la joven Aurori, de 26 años, a la que llevaba horas rondando. Tras matar a Dolores, salió a la calle y asestó una terrible cuchillada a la vecina María Lucas, de 76 años, que sigue grave. Unos minutos después, un guardia civil abatió de un disparo al homicida al comprobar que se hallaba fuera de sí y no atendía a razones.

La noche del domingo, José Manuel llamó por dos veces en la vivienda de la abuela de la joven Aurori. Horas después hizo lo mismo en la casa paterna. "La última vez fue sobre las siete y media de la mañana. Estaba raro. Me dijo que quería ver a mi hija Aurori. Y me preguntó que si tenía novio. Yo le dije que no sabía nada y que nos dejara en paz", rememoraba ayer Aurora Moreno, la madre de la chica. "¿No está? Pues ten cuidado porque el demonio está en todas partes. Aquí huele a demonio", recuerda la mujer que le espetó el inoportuno visitante. "¡Menos mal que no le abrí la puerta...!", agrega con un escalofrío.

La familia de la difunta Dolores asegura que ésta no estaba embarazada, pese a los rumores existentes en el pueblo. "Loli se casó el Día de los Enamorados del año pasado. Tenía muchas ganas de niños, pero estaba en tratamiento porque no se le lograba", explica una amiga de la familia.

El homicida no tenía ni oficio ni beneficio. Trabajaba esporádicamente en el campo. Y todo el pueblo coincide en que el último mes estaba "raro", si bien no era violento. Nadie sospechó el terrible final de su "rareza".