El turismo a Tíbet aumenta un 64%
El exilio tibetano advierte que el tren está facilitando la penetración china
El número de personas que visitarán Tíbet este año alcanzará la cifra récord de 4,02 millones, un 64% más que en 2006, según ha informado el Gobierno local. Para algunos es una bendición. Para otros, motivo de inquietud.
"Ha llegado la época dorada para el turismo de Tíbet", ha asegurado Zhang Qingli, secretario general del Partido Comunista Chino en la región autónoma. Zhang atribuye el incremento de visitantes a la entrada en funcionamiento, en julio del año pasado, de la línea ferroviaria que une la región del Himalaya con la provincia de Qinghai, y a la apertura de un tercer aeropuerto en la zona. Los ingresos debidos al turismo crecerán un 73,3% respecto al año pasado, hasta llegar a 4.800 millones de yuanes (451 millones de euros). El turismo representó el 9,6% del producto interior bruto (PIB) en Tíbet en 2006, año en que la economía creció un 13,4%, la cifra más alta desde 1995.
Los tibetanos en el exilio no comparten la euforia de las autoridades chinas. Aseguran que la nueva línea férrea, que pasa en algunos puntos a más de 5.000 metros de altitud, está siendo utilizada para impulsar la llegada de chinos han -la etnia mayoritaria en el país-, cementar el poder del Gobierno central y diluir la cultura local. El tren permite viajar cómodamente de Pekín a Lhasa en 48 horas, evitando penosos trayectos por carretera, y por un precio muy inferior al del avión. Además, critican que está siendo utilizada para extraer los recursos minerales en la región.
El Dalai Lama advirtió en marzo pasado que el número de emigrantes que se están asentando en Tíbet y la degradación ambiental han aumentado desde que comenzó a operar el tren, que está siendo utilizado también para llevar tropas chinas a la capital, Lhasa.
La semana pasada, durante un viaje a Italia, el líder espiritual tibetano acusó al Gobierno de estar incrementando la represión, mientras que Pekín le calificó de separatista. Más de 80.000 tibetanos viven exiliados en India. Las tropas chinas ocuparon Tíbet en 1950, según Pekín para salvar al pueblo de la opresión feudal.
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