El laberinto de Koeman

Los peñistas del Valencia organizan cada jueves una cena. A la última acudió Ronald Koeman. Tuvo tiempo suficiente para comprender que no entrena a un club cualquiera. Hace sólo un mes, utilizando la cláusula que le permitía dejar el PSV Eindhoven si recibía una buena oferta desde España, decidió hacer las maletas. Explica que asumió "el mayor reto" desde que empezó su carrera "como técnico". Ayer avisó de que piensa sacar adelante a su equipo por mucho que le falte oxigeno y hoy llegue el Barça.

"Tú, tranquilo", dicen al holandés sus ayudantes mientras él apela a los jugadores

"Quería volver a España y no se me ocurre mejor equipo", explica Koeman, empecinado en dejar claro que Mestalla no es una estación de paso, sino un destino para echar raíces. Aún no ha podido buscar casa. Así que durante la semana ha llegado su esposa para asumir el asunto mientras él asiste sorprendido al fuego de un club caliente como el Valencia, que esta temporada sólo ha ganado, entre todas las competiciones, tres partidos de nuevo en su campo.

El equipo necesita puntos y el holandés no da con la tecla, una situación preocupante por más que Toni Bruins, mano derecha de Johan Cruyff en el dream-team y ayudante suyo desde que debutó en el Vitesse en un banquillo le repita: "Tú, tranquilo". Bruins, que acaba de superar una seria enfermedad, y José Mari Bakero, viejo amigo de los tiempos del Barça, procuran oxigenarle.

Pero la visita de los azulgrana es tan preocupante como esperanzadora. "Ganando, marcaríamos un punto de inflexión. Ahí está el reto", tercia Koeman. "Jugamos en casa y, si vencemos, podemos cambiar la tendencia".

A fin de intentar dar la vuelta a la situación, el entrenador ha empezado por apelar a la hinchada: "Entiendo que los aficionados estén muy cabreados, pero les necesitamos más que nunca. Un ambiente caliente nos ayudará muchísimo". Y también, a sus jugadores. "Podemos hablar de sistemas, pero son los futbolistas los que tienen el único remedio para dar la vuelta a la tortilla", afirmó, cansado de escuchar monsergas sobre la mutación del 4-4-2 al 4-3-3; "deben dar el máximo y punto".

Koeman afronta dos dificultades importantes: no ha perfilado la plantilla y, además, se le acumulan las bajas. Villa, Albiol, Caneira, Alexis, Edu, Baraja, Angulo y Hildebrand no entraron en la lista de convocados por una u otra razón física: "No he visto nada igual en mi vida". Y añade: "No creo que sea sólo cuestión de mala suerte tener a tantos jugadores con molestias".

No niega Koeman, por lo demás, que el duelo de hoy está rodeado de un componente emotivo: "Jugar contra el Barça fue especial la primera vez, cuando entrenaba al Ajax. Lo fue también en la eliminatoria de la Champions con el Benfica. Y, por muy fríos que seamos los holandeses, lo sigue siendo este partido", proclamó ayer quien como jugador dio al Barça con un gol su Copa de Europa de Wembley. Koeman mantiene una relación muy cordial con Frank Rijkaard, con quien ganó la Eurocopa de 1988. "Lo suyo tiene mérito", subraya el técnico del Valencia respecto a su compatriota.

Koeman cogió al equipo un domingo y el martes siguiente se enfrentó al Rosenborg en la Liga de Campeones. El Valencia perdió: 0-2. Desde entonces, no ha podido pedir tregua. Ha disputado seis partidos más y sólo ha ganado uno: 3-0 contra el Murcia en Mestalla. Perdió con el Racing y el Athletic y empató con Osasuna, Schalke y Chelsea. Demasiados resultados negativos para un equipo como el de Mestalla. Falto de centrocampistas como está -"la plantilla está descompensada: hay muchos delanteros, muchos zurdos y pocos mediocampistas", denunció el jueves ante las peñas-, Koeman aboga por sorprender esta noche al Bárça al contragolpe: "Necesitamos ganar tiempo para adaptarnos a los nuevos métodos de entrenamiento y al juego que queremos implantar y una victoria sobre el Barça nos ayudaría seguramente a obtenerlo".

"Ronald es un ganador", afirma Rijkaard; "tiene algo especial".