"Estoy en deuda con el Valencia"
El inspirado Cañizares quiere devolver a su equipo los puntos perdidos por sus errores
Santi Cañizares, que el día 18 cumplirá 38 años, es de frases redondas y rotundas. "La suerte no es patrimonio de nadie. Es para los que la buscan", sentencia cuando se le pregunta sobre si la fortuna se siente atraída por el buen estado de forma, como le sucedió el martes pasado en Stamford Bridge ante el Chelsea (0-0).
"Estoy en deuda con el Valencia", agrega con una modestia inusual en él y recuerda que, en el inicio de la Liga, el equipo perdió algunos puntos por errores suyos. Jugó lesionado en la cadera, según confesó, con tal de evitar que Hildebrand le quitara el puesto. "El trabajo da sus frutos. Y me ha costado mucho llegar así", añade mientras, por otra línea telefónica, pide a alguien del club que le reserve entradas para el duelo de hoy contra el Barça. Después de tantos años en la élite, Cañete no ha perdido ni un ápice de la ambición por jugar. Pero, como todos, necesita confianza. Se la dio Ronald Koeman cuando llegó y zanjó el debate asegurándole la titularidad.
"Cañizares es tan protagonista para lo bueno y para lo malo, levanta tanto odio", explica quien fue su preparador las dos campañas pasadas, Emilio Álvarez, ahora en la cantera del Madrid, "que es más examinado que nadie. Y sabe que, cuando comete un error, se le perdona menos que a otros que también están en la élite".
Resuelto el agujero de la portería, lo más acuciante para el Valencia es remediar su falta de gol. Está a 19 minutos de batir su récord de tiempo sin marcar, que data de hace 40 años. Lleva 490 sin un gol un equipo que cuenta con una nómina de delanteros amplia y, más o menos, de primer nivel. Hasta siete: Villa, ausente hoy por lesión; Morientes, Angulo, Zigic, Arizmendi, Mata y Silva.
El de esta noche es un clásico venido a menos por la depresión valencianista. Lejos queda la gloria que vivió Mestalla por aquella victoria por 4-1 en las semifinales de la Champions de 2000, cuando Piojo López destrozaba la pizarra de Van Gaal. O el triunfo en los cuartos de final de la Recopa de 1980 con un Kempes estelar. En sentido contrario, Mestalla se rindió en 1985 ante un Schuster celestial que le dio la Liga al Barça de Venables (2-5). Grandes recuerdos que exaltan la memoria.
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