El Fórmula 1 ferroviario se acerca a Málaga
Los ingenieros y maquinistas se afanan en la puesta a punto del AVE, que se inaugura en ocho días
La última llamada a los viajeros no la realiza una suave voz femenina, precedida de un din-dan-don enlatado. A través de los altavoces del Talgo 102 resuena a palo seco la voz recia de un maquinista leonés: "A ver. Dentro de un minuto nos vamos, así que si hay alguien en el andén fumando, que se vaya metiendo". En pocos segundos, una cuadrilla de jóvenes con peto fluorescente entra en el tren por el vagón más cercano a la cabecera. No hay ni pitido, ni banderín ni ningún otro ritual de la liturgia ferroviaria. Son las 10.30 y el tren AVE con forma de pico de pato, deja atrás, casi vacío, la estación María Zambrano de Málaga.
La composición -así gustan los ferroviarios de llamar al conjunto de los vagones del tren- y su joven pasaje de ingenieros y técnicos, va a recorrer los 54 kilómetros que separan Málaga de la estación de Antequera Santa Ana, azotada por todos los vientos. Desde finales de noviembre, los trenes AVE Talgo 102 y Siemens 103 realizan aproximadamente cinco veces al día este recorrido para probar la línea -si no quieren pasar por profanos desechen el término vía- de alta velocidad que se inaugurará el día 23 y transportará a sus primeros viajeros en Nochebuena.
El 'pato' atravesó ayer el túnel este de Abdalajís, cerrado por una grieta
"Nunca tuve duda de que llegaríamos a tiempo", afirma el jefe de la obra
En la cabina, el jefe de tren José Luis Vega, el leonés de la voz recia, atiende las peticiones de los ingenieros, que le piden que acelere, frene, se detenga o pruebe tal o cual elemento para verificar su correcto funcionamiento. Cada uno de los técnicos se encarga de una parcela específica: los pertenecientes al ente público Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif) comprueban que no haya agujeros en el vallado protector de la línea o focos apagados en los túneles, y los de Renfe se aseguran de que la máquina responde adecuadamente a la nueva vía, por ejemplo.
Al frente de la nueva infraestructura está Alfonso González. Este ingeniero industrial sevillano de 57 años renunció a un puesto mejor pagado en el metro de Málaga para dirigir la obra de la línea de alta velocidad Córdoba-Málaga. La obra, sobre todo su parte final, el soterramiento de las vías a la entrada de Málaga, se ha terminado dentro del plazo previsto, algo inusual en trabajos de esta envergadura. "Nunca tuve duda de que llegaríamos a tiempo. Además, no me podía permitir ese lujo, yo tenía que ser el primer convencido de que lo lograríamos", afirma.
Las pruebas que se están realizando desde noviembre son de "simulación comercial", es decir que se circula con los mismos trenes que unirán 22 veces al día Madrid y Málaga a partir del día 24. Entre las pruebas se encuentran trampas, como situar objetos en la vía o dejar el paso a animales para comprobar el funcionamiento de los sistemas de prevención.
La infraestructura ha estado sometida a pruebas casi desde el principio. "Primero se hicieron pruebas de carga de los viaductos, colocando encima de ellos camiones cargados y luego haciendo frenadas al límite con los trenes", afirma González. También se han realizado ensayos específicos sobre la catenaria y la calidad de la vía, así como sobre la señalización y los tres sistemas de frenado alternativos (ASFA, LZB y ERMTS) de la línea.
El AVE pasó ayer por primera vez por el túnel de Abdalajís Este, que tuvo que ser cerrado en noviembre como consecuencia de una pequeña grieta. Todo transcurrió sin novedad. En la mañana de ayer, el Talgo 103 realizó un viaje de ida y vuelta entre Antequera y Málaga y luego otro desde Málaga hasta Antequera, desde donde partió posteriormente hacia Córdoba. En el primer viaje de ida, el convoy paró dos veces para que los técnicos de este fórmula 1 ferroviario hicieran algunas comprobaciones. El viaje de bajada se completó en los 26 minutos previstos a una velocidad punta de 200 kilómetros por hora, aunque el AVE ya ha circulado a 330 kilómetros por hora.
Dentro de ocho días, los jóvenes de los petos dejarán su puesto en clase preferente y club a políticos con corbata, y al día siguiente el AVE a Málaga terminará un viaje que empezó en 1997.
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