El fin de una era
El pesimismo cunde en un Valencia en el que Villa, lesionado, no jugará ante el Barça
"¿Qué queréis que diga?, ¿que se nos han escapado vivos?". Recién salido de la ducha, a pie de campo de Stamford Bridge, Iván Helguera, central del Valencia, recurrió a una ironía triste para explicar el baño que había sufrido su equipo ante el Chelsea en el último capítulo de la primera fase de la Champions (0-0). Resultado engañoso. Cañizares lo había parado todo. Y el Valencia se quedaba fuera incluso de la Copa de la UEFA engordando unos números deprimentes desde que Ronald Koeman se hiciera cargo del equipo: tres goles en siete partidos (los tres ante el Murcia) y una sola victoria (en el mismo partido). Cerró así la peor participación de las seis presencias valencianistas en la Champions: dos goles a favor y seis en contra, una sola victoria.
El pesimismo cunde en los distintos estamentos del club, que se plantean si se ha llegado el fin de una época. Y empieza una visita a los bajos fondos. El club recoge lo que ha sembrado en una política enloquecida de despidos y de cambios de rumbo en los últimos tres años. Al presidente y máximo accionista, Juan Soler, le afectó lo que los ingleses llaman el síndrome del fan: el dirigente recién llegado al fútbol que, al poco tiempo, cree haberlo entendido y decide cambiar el club de arriba abajo. También de entrenador, claro.
A los que no ha tocado Soler es a los hinchas más violentos, los Yomus: 53 de ellos fueron detenidos la semana pasada en Pamplona, provistos de un arsenal, y la Comisión Antiviolencia sancionó ayer con 15.000 euros y la prohibición de acceso por dos años a cualquier recinto deportivo a nueve de ellos. El club, mientras, no lo ha condenado. Son cosas que agradecen los ultras, que en Mestalla gritan contra el entrenador -reclamaron insistentemente la marcha de Quique Flores-, contra los jugadores o contra el resto de la hinchada, pero nunca contra Soler.
En lo deportivo, el equipo es presa de la confusión. El Valencia ha sido muy reconocible en los últimos siete años por las líneas juntas, la presión asfixiante y el contragolpe. Ahora ya no. Ahora es un híbrido que pretende jugar al ataque, pero no sabe. Koeman insiste en querer tocar más el balón, pero la realidad es que no dispone de centrocampistas para ello. Ante el Chelsea, Villa dio un recital de gestos de hastío antes de caer lesionado: rotura en los isquiotibiales que le impedirá medirse el sábado al Barça (22.00). El Valencia acude a ese encuentro como si acudiera al matadero. Nadie en Mestalla cree en la victoria.
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