David venció a Goliat
Hace unos días Luciano Alonso, parlamentario socialista andaluz por la provincia de Málaga, puso todo su empeño en despreciar la valía política de Javier Arenas en un artículo de opinión que firmaba en este periódico. En nuestro mundo tales cosas suceden a menudo, por lo que ante su crítica no me voy a rasgar las vestiduras. No obstante, para sacar conclusiones más completas considero enriquecedor matizar algunas de sus opiniones, así como aportar ideas que sólo procuran aumentar la información. Tal vez pueda ayudar.
Antes de entrar en faena, considero conveniente manifestar mi sorpresa por la palabrería de Luciano. No nos tiene acostumbrados en el Parlamento a tan abundante verborrea. Muy al contrario, se trata del diputado silencioso por excelencia. No sube nunca a la tribuna, no defiende iniciativas y tampoco se muestra apasionado con los problemas de su provincia. Desde luego, le ha ido bien, sigue saliendo en la foto. Es curioso, normalmente en todos los colectivos los más criticos son también los más ociosos.
En las próximas elecciones autonómicas Chaves y Arenas serán contrincantes directos, cosa que a Luciano le parece fatal. A mí, sin embargo, me resulta interesante. Sobre todo si establecemos comparaciones, que es justo lo que deseo hacer. Intentaré ofrecer sólo hechos objetivos, reservando mis opiniones para otra ocasión.
Arenas fue varias veces ministro además de vicepresidente del Gobierno de España y secretario general del PP nacional. Su currículum político es amplio e incuestionablemente suficiente para avalar su experiencia de cara a la pretensión de ser el presidente de la Junta de Andalucía.
Ocupando la cartera de Trabajo logró el mayor crecimiento del empleo en nuestro país. Se crearon en su etapa casi cinco millones de puestos de trabajo, algo que por cierto necesita mucho Andalucía. Aumentaron tanto las cotizaciones a la Seguridad Social que de un déficit heredado de medio billón de pesetas, nos situó en un holgadísimo superávit.
Chaves fue ministro de Trabajo y, por el contrario, el paro se disparó, incrementando el número de desempleados en más de tres millones.
Arenas firmó el Pacto de Toledo, con lo que por primera vez se aseguraba el cobro de las pensiones, proporcionando gran sosiego a los perceptores de las mismas.
Justo hasta entonces Chaves y el PSOE se dedicaban a engañar sin compasión asegurando que de llegar el PP al gobierno, las pensiones desaparecerían. El miedo fue para ellos un magnífico aliado.
Siendo Arenas secretario general, rubricó con el PSOE el Pacto Antiterrorista. Ante su ruptura, Chaves ha elegido la sumisión y el servilismo olvidándose de que los andaluces han sido las víctimas más frecuentes de ETA. Derramaron mucha sangre por la libertad de todos.
Arenas ha pertenecido a un gobierno con el que los españoles dejaron de considerar la corrupción un problema. Así lo reflejaban todas las encuestas. Chaves participó en el gobierno más corrupto de la historia reciente de nuestro país. Ministros en la cárcel y casi una sección fija en los periódicos de entonces lo demuestran.
Arenas no ha protagonizado jamás ningún escándalo en materia de corrupción. Chaves, a nivel personal, se ha esforzado al máximo nombrando a un hermano director general de Turismo y propiciando que éste, a su vez, adjudique obras públicas con elevadísimos presupuestos a un tercer hermano de ambos. En otra versión, ha convivido con la corrupción oficial en el Ayuntamiento de Marbella durante 15 años. Ha permitido numerosos pelotazos urbanísticos en alcaldías socialistas, continuos favores especulativos a la familia de Felipe González y el morboso asunto de las facturas falsas en Sevilla. Estos son sólo algunos ejemplos.
Arenas ha trabajado intensamente a favor del recién aprobado Estatuto de Andalucía. Superó las reticencias que algunos diputados nacionales del PP mostraban ante la reforma. Consiguió el respaldo absoluto de su partido.
Chaves se ha ido tragando una tras otra las críticas de sus compañeros catalanes. Maragall nos atacó con dureza rebelándose para que Andalucía no recibiera ni una gota de agua. No contento, arremetió de nuevo llamando vagos a todos los andaluces. Recientemente el socialista Iceta reclama más dinero para Cataluña a costa, si es preciso, de los fondos de Andalucía. Chaves, con su vergonzosa docilidad, no ha abierto la boca para protestar ante semejantes insultos, ni ha exigido la mínima disculpa. Su valiente defensa ha brillado por su ausencia.
Podría analizar la Andalucía de primera de Arenas y la Andalucía de los últimos puestos de Chaves. Aunque esto último es innegable, me es imposible compararlo con un gobierno andaluz de Arenas, simplemente porque éste no se ha producido. He prometido no opinar y no lo haré. En consecuencia, no voy a argumentar sobre la enorme confianza que este nuevo gobierno me inspiraría.
En fin, termino recordando que a Luciano Alonso le traicionó el subconsciente y en su artículo nos situó entre batallas rescatando, para afianzarse, una belicosa frase de Sun Tzu.
Este mismo autor escribió sabiamente que "el arte de la guerra se basa en el engaño". Ni elegida por encargo sería más idónea para el PSOE. Mucho me temo que en la próxima contienda electoral Arenas se enfrentará a su contrincante en condiciones de enorme desigualdad.
Pero como gusta decir a Javier, es verdad que David venció a Goliat.
Esperanza Oña Sevilla es portavoz del Grupo Popular en el Parlamento andaluz.
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