Renfe cambia grasa por alta tecnología

"De la grasa a la NASA". Directivos y empleados de Renfe utilizan esa broma como lema de la transformación en que está embarcada la empresa pública. No sólo pretende rivalizar con el avión en el tráfico doméstico y aumentar un 25% sus ingresos el próximo año, sino que también y de modo muy especial tratan de consolidar su división de mantenimiento y fabricación bajo la marca Integria.

Renfe prevé invertir un total de 364 millones de euros en la construcción y remodelación de talleres, de los que 42 serán para nuevos equipamientos en las instalaciones existentes.

Tratan de convertir unos talleres (en total 108 instalaciones), en algunos casos obsoletos, en instalaciones con la última tecnología para competir en el mercado, ya que a partir de 2010 Renfe dejará de percibir aportaciones de los presupuestos del Estado.

Las alianzas de Renfe buscan garantizar la carga suficiente para que sus talleres participen en 2010 en el mantenimiento del 79% del parque

La operadora pretende encargar el desarrollo de una tecnología específica para mecanizar el lijado de vagones previo al pintado

Un ejemplo de ese paso de la tuerca al chip es el nuevo robot de pintado de vagones en el taller de Fuencarral (un barrio del norte de Madrid), único en Europa en su género y dirigido por una ingeniera química, Cristina Vela, que proviene del sector aeronáutico. Este tipo de tecnología se usa hace mucho tiempo en la industria de la automoción, pero no para trenes, explica Vela.

El proyecto, en el que se han invertido 2,2 millones de euros, comenzó en julio pasado y arrancó la producción en septiembre. Prevén amortizar la inversión en unos cuatro años, ya que se ahorra medio millón al año con el mecanizado.

Además de reducir a la mitad el gasto en material y tiempo, el pintado robotizado es más ecológico y, sobre todo, evita un trabajo penoso para los empleados.

Hasta ahora cuatro personas tenían que blindarse con ropas, gafas y máscaras para evitar inhalar pintura. Ahora, un sólo operario maneja la máquina desde el exterior.

Y eso sin perder puestos de trabajo, según explican los responsables de Integria y corrobora Jesús Labrador, uno de los operarios, con 25 años en la empresa y 19 pintando vagones.

Explica que todavía quedan muchas operaciones manuales (tapar cristales con papel o rellenar los depósitos y preparar las mezclas), de modo que no teme por su futuro. El pintado a mano "era un gran esfuerzo físico, había muchas lesiones de espalda y pérdidas de oído" por el ruido continuo del sistema de aspirado dentro de la cabina (de 32 metros de largo por seis de alto), que queda aislada durante el funcionamiento de los dos brazos del robot, a 35.000 revoluciones por minuto.

Las máquinas necesitan una alimentación de alta tensión (70.000 voltios), de modo que uno de los sistemas fundamentales es el antiincendios, muy sensible, que en cuanto detecta una chispa desprende una gran cantidad de CO2.

Cuando esté a pleno rendimiento, el artilugio podrá pintar unos 450 vagones al año, muchos de ellos víctimas del vandalismo que llena de graffitis su superficie, pese a que se les da un tratamiento para que con un lavado recuperen los colores originales. Además de sus coches, pretenden captar clientes de otros sectores (por ejemplo, de autobuses) para sacar más rendimiento a la instalación.

En el proceso de repintado de trenes queda una labor aún totalmente manual, el lijado, para la que los operarios siguen blindándose casi como los buzos. Vela explica que están estudiando cómo mecanizar el 80% de esa labor, lo que requerirá el desarrollo de una tecnología específica e inexistente, según Vela, para lo que se han puesto en contacto con varias empresas para que propongan soluciones en ese sentido.

Una colaboración con las empresas privadas en la que está embarcada Renfe desde hace cinco años, con la constitución de sociedades mixtas con los fabricantes. Desde 2002, ha creado seis empresas en las que participa la operadora pública con un 49%, la primera con Siemens (bajo la marca Nertus) y la última, esta misma semana pasada, con Alstom (Irvia). Las otras son Actren (con CAF), Btren (con Bombardier) y Albatros Alcázar (con Albatros).

Renfe se garantiza con esos acuerdos el 50% de la carga de trabajo de mantenimiento y el 20% de la fabricación de trenes, según los casos. De ese modo, se garantiza que en 2010, cuando el parque de Renfe alcance los 1.590 vehículos (475 de ellos nuevos), la operadora participará en el mantenimiento del 79% (el 45% en exclusiva).

Además, Integria cambia la antigua organización territorial a un modelo de división por clientes, de modo que la fabricación y reparación de componentes queda separada del mantenimiento, y éste se clasifica en tres áreas: cercanías y media distancia; larga distancia y alta velocidad, y mercancías.