"Mi intención no es escandalizar ni ofender"
En la narrativa de Sebastià Alzamora (Llucmajor, Mallorca, 1972) abundan las referencias literarias. El escritor lleva esta tendencia al máximo en Nit de l'ànima (Proa), una particularísima recreación del mito de Fausto que también dialoga con su novela anterior, La pell i la princesa. "Nit de l'ànima es el reverso de La pell i la princesa, que era la historia de un personaje que construye su propia identidad y hace un trayecto de menos a más; es decir, era una historia de superación. En ésta es lo mismo, pero al revés. Tenemos a un personaje con una identidad que se va deconstruyendo en una historia de degradación. El protagonista de La pell i la princesa iba de la luz a la oscuridad, mientras que el de Nit de l'ànima va de la oscuridad a la tiniebla", explica Alzamora. "En esta novela aparecen temas muy propios, como el de la identidad o el mal. Sobre todo habla de eso, del mal. Siempre tendemos a pensar que el mal lo hacen los otros y que lo padecemos nosotros, pero en realidad el mal está de manera implícita dentro de nosotros, aunque lo podamos controlar de forma natural", añade el autor sobre los pilares del libro. "Nit de l'ànima es producto de mis pesadillas, de las soñadas y las vividas", remacha.
A pesar de la gravedad del tema, Alzamora quita dramatismo a la trama con mucho sarcasmo, tirando del esperpento y con un aluvión de escenas de sexo descritas con un exuberante lenguaje pornográfico para poner en pie -con todos estos elementos- un "gran guiñol", en palabras del escritor. Su gusto por lo grotesco queda claro en la elección de la cita que encabeza el libro, tomada de Valle-Inclán, y que dice: "¿Quién me habla? ¿Sois voces del otro mundo? ¿Sois almas en pena, o sois hijos de puta?". Ese es el tono que quería tener en su obra, explica. Alzamora también dirige sus dardos a ciertos aspectos que detesta del catalanismo. Su protagonista, llamado Faust, está obligado a escribir por contrato una novela sobre un hombre que vuela y que parece incapaz de poner negro sobre blanco. Pese a esta crisis creativa, todavía forma parte por tradición familiar de un caricaturizado mundillo literario catalán. "Es un mundo al que pertenezco porque soy catalanista. Pero no me gusta nada ese catalanismo victimista que se dedica más a llorar que a actuar".
En su caída al abismo, Faust topa con gente tan intrigante como la que compone la secta satánica Adoradors Nous i Ultramuntans de Satanàs (ANUS). El suyo es un viaje plagado de irreverencia religiosa no apta para beatos. Motivos como el de la chanza con la religión, le han dado al escritor mallorquín una fama de provocador que rechaza: "No me considero un provocador, mi intención no es escandalizar, ni ofender. El que se escandaliza es porque ve más de lo que en realidad hay".
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