Un día en La 2

Paso el domingo en La 2, saltándome la mañana, a la que le quedan unas liturgias de antaño. Vienen después siete horas seguidas de deportes, algo así como un muestrario de las habilidades del cuerpo humano luchando, más que por la supervivencia, por la competencia de alguna copa o laurel. Elijo la franja del patinaje artístico, unas eliminatorias en Moscú para el Grand Prix de Turín; queda primero un joven norteamericano instruido por rusos, y segundo, un francés al que adiestra un español. Globalidad sobre hielo. Las Noticias Exprés hacen honor a su nombre: cortas, cargadas de contenido, amargas casi todas. Veo después Página 2, el nuevo programa de libros de la casa, con brillantes cabeceras y juegos de infografía. Su responsable, Óscar López, lleva su entusiasmo hasta el extremo de ponerse la camiseta logotípica del programa, lo que le da un aire de monitor de gimnasia. No comparto hasta ahora los gustos literarios de López, pero hay que darle los cien días de rigor. Me gusta el espacio de las bibliotecas personales, y envidié el domingo lo limpia y ordenada que tenía la suya Fernando Trueba. Una sorpresa: la crítica de cine que comenta las adaptaciones, Desirée de Fez, es realmente mujer, pese a su nombre algo drag. Y una pregunta: ¿por qué son siempre chicas las que le dan los libros a López en sus paseos de descubrimiento? El síndrome de la azafata.

Muy interesantes los dos espacios de periodismo de investigación: Línea 900 (que se despedía después de 16 años con un florilegio) y Crónicas, centrado en la deslocalización; fascinante episodio sobre las pruebas de seguridad de los juguetes en Ibi. Cierro mi jornada con el veterano Metrópolis, que ofrece un programa doble excepcional de cortos marroquíes realizados por mujeres, los dos sobre el fantasma de la inmigración a Europa. Me voy a la cama en paz; la cadena está encontrando un tono atractivo para las inmensas minorías.