El nuevo Milutinovic
Hiddink llega a su cuarta gran cita con cuatro selecciones diferentes
"Simplemente, estoy agradecido a Dios por haber permitido a un simple entrenador ir a cinco Mundiales con cinco selecciones distintas". El autor de la frase, el serbio Bora Milutinovic, que dirigió a México, Costa Rica, Estados Unidos, Nigeria y China entre 1986 y 2002, ha encontrado un relevo en Guus Hiddink. El holandés errante se benefició del tropiezo de Inglaterra y clasificó a Rusia para la Eurocopa de Austria y Suiza del próximo verano. Será el cuarto equipo nacional que dirija en una cita de calado, tras mandar a Holanda, Corea del Sur y Australia en los últimos tres Mundiales. "Confiaba en la victoria de Croacia, pero también le dije a los jugadores que debíamos ser realistas. ¡Y mira! Tengo un equipo de verdaderos profesionales", se congratuló tras vencer por la mínima en Andorra.
A sus 61 años, Hiddink, que, a mediados de octubre renovó su compromiso con Rusia hasta 2010, es uno de los exponentes que le quedan a la escuela holandesa. Le avalan la Copa de Europa que logró con el PSV Eindhoven en 1998 y la Intercontinental con el Real Madrid en 1999. Además, fue dos veces semifinalista en los Mundiales con Holanda en Francia 98 y con Corea en 2002.
Pero su pedigrí llegó a ser insuficiente. Quienes ahora le ensalzan como "un mago", criticaron su llegada. No compartían que un extranjero ocupara por primera vez el banquillo de Rusia. "Sólo ha venido por el dinero", decían de Hiddink, con un sueldo anual de 1,3 millones de euros. Con el viento a favor, las discrepancias se han disipado: "Ahora ya sé por qué le llaman la ruleta rusa. Está claro que el espíritu de lucha hasta el final es decisivo".
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