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ARTE

Seracini, el único personaje real de 'El Código da Vinci', busca un 'leonardo'

El ingeniero ha desarrollado nuevas tecnologías que le permitirán encontrar el fresco 'La Batalla de Anghiari', que se cree oculto bajo una obra de Giorgio Vasari - El experto italiano ha realizado más de 2.500 investigaciones

Los protas, Langdon y Sophie, huyen de los asesinos que buscan como sea el Santo Grial. En la trama de El Código da Vinci Jesús y Magdalena eran pareja y con descendencia; la orden del Priorato de Sión mantenía escondido el Santo Grial; pero el héroe Langdon le cuenta a Sophie que tras los cuadros de Leonardo se esconden pistas que llevan hasta el escondite. Todo es ficción y trama novelesca, excepto uno de sus personajes, Maurizio Seracini, un experto en arte que descubre pinturas ocultas en otras pinturas.

Seracini vive: "No puedo negar que aparecer en un libro tan famoso me ha ocasionado cierta promoción, pero me sorprendió que el escritor no sintiera la necesidad de avisar a sus lectores de que no soy un personaje de ficción". lamenta el ingeniero italiano. "Si me hubiese avisado, le habría dado los datos correctos, que no son los que publica".

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Según el escritor Dan Brown, Seracini estableció que La Adoración de los Magos, conservada en la Galería de los Uffizi de Florencia, no se puede atribuir a Leonardo. "En realidad la investigación reveló un dibujo preparatorio de Leonardo, del que no se conocía su existencia, y también que el color había sido aplicado más tarde por otro artista. Tampoco es cierto que, a raíz de mi trabajo, La Adoración haya sido trasladada a los almacenes; siempre ha permanecido en su lugar", afirma el ingeniero, que acaba de investigar con un láser ultrasensible otra obra de Leonardo, La Anunciación, que, según parece, ha sido realizada por su mano de principio a fin.

La vida real supera la ficción. Maurizio Seracini lleva 30 años buscando la pintura de Leonardo La Batalla de Anghiari; pero ahora, gracias al desarrollo tecnológico, está en condiciones de encontrarla. "Desarrollamos instrumentos basados en principios físicos y aplicaciones específicas para los bienes culturales", explica Seracini a Ciberp@ís. "En la última década ha habido avances extraordinarios, no sólo por las tecnologías inéditas, sino por la evolución de las que ya existían".

Según las investigaciones históricas La Batalla de Anghiari, de Leonardo, se encuentra en el Palazzo Vecchio de Florencia, bajo el fresco de Giorgio Vasari que celebra la gloria de los Médici.Por fin existe una tecnología que permitirá verificar si la hipótesis de Seracini es correcta: Vasari salvó La Batalla, como ya había hecho con La Trinidad de Masaccio en Santa Maria Novella de Florencia, hallada a finales del XIX detrás de una tabla del artista. También tiene el permiso oficial, que no es poco. El ministro italiano de Cultura, Francesco Rutelli, ha dado luz verde a la última fase de la investigación para recuperar La Batalla de Anghiari.

"Vasari admiraba a Leonardo, de modo que no es descabellado pensar que intentara salvar su obra. Así podrían indicarlo las palabras cerca trova (busca encuentra), trazadas en una banderola, casi invisibles en el tumulto de los soldados. Confirma la sospecha también la presencia de una cavidad en la pared, justo detrás de las palabras", explica Seracini, telefónicamente, desde su laboratorio de San Diego, donde está poniendo a punto los instrumentos necesarios para la búsqueda.

"Hemos desarrollado una tecnología portátil que servirá para identificar de forma no agresiva la presencia de pigmentos asociables a La Batalla. Es un análisis por activación neutrónica que permite investigar el grosor del muro y ofrecer una representación seudográfica. Se envía un haz de neutrones que en la colisión interactúa con los componentes de la pared y, cuando entra en contacto con elementos químicos, genera rayos gamma, que regresan a la superficie y pueden ser detectados. A partir de los rayos remontaremos a los materiales y veremos si casan con los pigmentos empleados por Leonardo".

Para poder seguir sus corazonadas, sorteando la insuficiente y tardía financiación pública con fondos privados, en 1977 Seracini creó en Florencia Editech, el primer centro de Italia para la diagnosis y la restauración de bienes históricos, artísticos y arquitectónicos. El pasado febrero inauguró en San Diego (Estados Unidos) el Center of Interdisciplinary Science for Art, Architecture and Archaeology (CISA3), un laboratorio adscrito a la Universidad de California donde desarrolla herramientas y técnicas para reconstruir y analizar la historia de obras maestras de la historia del arte, así como conjuntos monumentales y sitios arqueológicos.

En 1504, el gonfaloniere de Florencia quiso decorar el Salón de los Quinientos y encargó a Leonardo pintar La Batalla de Anghiari para inmortalizar la victoria de la ciudad, 60 años antes, sobre los odiados milaneses, y a Miguel Ángel, La Batalla de Cascina en la pared de enfrente.

Genios enfrentados

Los dos frescos tenían que medir 17 metros de largo por siete de alto: por fin los dos máximos genios del Renacimiento italiano, que no escondían su recíproca antipatía, se enfrentaban cara a cara. La realización de la obra, una declaración sobre la irracionalidad de la guerra, estuvo plagada de contratiempos y, finalmente, Leonardo se fue a Milán a trabajar para el enemigo y la dejó inacabada.

Así fue admirada su obra durante muchos años y reproducida por varios artistas, incluido Rubens, hasta que los Médici, en 1563, encargaron a Vasari la reestructuración del Salón.

"Entre 2000 y 2003 realizamos numerosos exámenes para conocer perfectamente la estructura interna del muro con termografías y radar. Para entender los cambios introducidos por Vasari y definir las áreas donde Leonardo podría haber pintado, era fundamental reconstruir el espacio actual y cómo debía ser antes de la intervención. De modo que, tras llevar a cabo una exhaustiva investigación histórica, realizamos una modelación tridimensional del salón con láser escáner, a la que posteriormente añadimos los resultados de las pruebas térmicas", indicó Seracini.

En el proceso, el experto italiano utilizó también radar, rayos X, fotografía infrarroja, fluoroscopia y adaptaciones de técnicas de ultrasonidos, que le han permitido reseñar todas las modificaciones aportadas por el maestro Vasari, entre los años 1563 y 1571.

Alrededor de la obra de Leonardo, los aparatos tecnológicos de Maurizio Seracini han desentrañado misterios que alientan la proliferación de best seller sacropictórico, desde El Código da Vinci al no menos exitosos La Cena Secreta, de Javier Sierra. No en balde Seracini descubrió dos secretos en un icono del Renacimiento, La Dama del Liocorno de Rafael: el unicornio era en origen un perro terrier y la dama estaba sola.

Seracini, trabajando con radar, termografía y modelación 3D en la mezquita de Santa Sofía de Estambul para localizar mosaicos cristianos ocultos.
Seracini, trabajando con radar, termografía y modelación 3D en la mezquita de Santa Sofía de Estambul para localizar mosaicos cristianos ocultos.

2.500 investigaciones

Seracini ha realizado en los últimos 30 años 2.500 investigaciones utilizando un sistema combinado que se caracteriza por una diagnosis por imágenes multiespectral (escáner láser, escáner ultravioleta, modelación 2D y 3D, termografía, investigaciones radar y acústicas, fotografías de la fluorescencia y endoscopia), seguida por una diagnosis analítica (rayos X, microscopias ópticas, microscopia electrónica escáner, fluorescencia X, espectrofotometría, gas-cromatografía, termoluminescencia y análisis del radiocarbono). En la imagen, en el equipo del laboratorio CISA3, fundado en San Diego por Seracini, realizan un análisis de prospeccion multiespectral de La Anunciación de Leonardo en los Uffizi de Florencia en enero de 2007.

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