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Tribuna
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Profundamente orteguiana

Soledad Ortega era, empecemos por ahí, una persona profundamente orteguiana. Ella y su nieto José Varela -que también es profundamente orteguiano- se ocuparon de organizar con todo cuidado, con todo detalle y con la debida fuerza la herencia del filósofo. Soledad siempre que hablaba de este tema recordaba y agradecía con intensidad y con constancia un cheque -creo recordar que el importe era de 25.000 pesetas ¡de aquel entonces!- que le entregó el patriarca de los Lladó, Juan Lladó, otra persona muy orteguiana y muy generosa con todas las causas válidas y justas.

Soledad era -así es como se debería ser- suave, confortablemente suave y dura en aquellas cosas en las que era obligado serlo. Le venía bien lo de "suaviter in forma, fortiter in re" y también lo de que no hay que ser "ni tan rígido como el lecho de Procusto, ni tan flexible como la vara de Lesbos". Era además, y sobre todo, buenísima gente, lo cual implica positividad, generosidad, ascetismo y humildad, entre otras muchas cosas.

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Soledad Ortega, presidenta de honor de la Fundación Ortega

La fundación que ella presidió con delicada elegancia se ocupó como era obligado, incluso forzoso, de la memoria y del legado intelectual de su padre, pero también de vivificar esa cultura en el sentido de poner en marcha -con la adaptación necesaria- aquellas actividades inspiradas en el pensamiento orteguiano. Es decir, hacer algo tan simple como lo que Ortega hubiera querido hacer tanto en la docencia como en la investigación. Esta orientación se ha mantenido sin vacilación alguna hasta el día de hoy y previsiblemente así seguirá sine die.

En estos momentos, la Fundación José Ortega y Gasset se ha convertido en una de las fundaciones más importantes en cuanto a actividad cultural. Es verdaderamente admirable comprobar la cantidad de actividades que se realizan en un solo día gracias al esfuerzo de un equipo humano muy capaz y muy motivado. En España damos poco las gracias. No tenemos esa tendencia, al menos de forma natural. En este caso no será difícil corregir este triste defecto. La Fundación José Ortega y Gasset le debe a su presidenta mucha parte de su ser y de su espíritu y todos los que estamos relacionados con esa institución, ya sea directa o indirectamente, lo agradecemos de forma profunda y nos proponemos dejar constancia de ello, aun siendo conscientes de que ella nunca buscó vanidades ni protagonismos.

Antonio Garrigues Walker, presidente hasta septiembre de 2007 y patrono vitalicio de la Fundación José Ortega y Gasset.

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