"Soy mejor tenista, pero no puedo correr"
Rafael Nadal (Manacor, Mallorca; 1986) esprinta pegando pases de diez metros con un balón de fútbol por los largos pasillos del estadio Qi Zhong. Luego, entra en la zona de jugadores y empieza a hacer malabarismos con Roger Federer. Nada indica que el suizo le acabe de ganar por 6-4 y 6-1 en las semifinales del Torneo de Maestros. Nadal, que dice haber firmado la mejor temporada de su vida, coge la pelota y empieza a darle toques con los pies. "¡Eres mejor que Maradona!", le anima Federer. Después, el número dos del tenis mundial saluda por su nombre al chófer chino de su Mercedes y atiende a este periódico.
Pregunta. Ha jugado todo el año sin prepararse el fondo físico.
Respuesta. No lo he dicho nunca porque suena a excusa. No me gusta hablar de lesiones. Preparo el físico cada día, pero no puedo correr. Ahora, en la pretemporada, lo voy a intentar. Desde mi problema en un pie en 2005, tengo mucho cuidado y evito correr. Eso se nota. Tengo que coger el físico a medida que voy jugando partidos y me cuesta porque no tengo una base.
"Suena a excusa, pero desde mi lesión en un pie en 2005 debo tener cuidado"
"Me repugna la droga, pero eso de contar día por día dónde voy a estar es ridículo"
"Tras perder en Wimbledon, me senté en una bañera y lloré de rabia y tristeza"
"Toni seguirá siendo mi entrenador, aunque, cuando las cosas iban mal, planteó dejarlo"
P. ¿Cómo lo ha contrarrestado?
R. Nado, corro dentro de la piscina para coger fondo, hago remo, bicicleta, la máquina elíptica... Por experiencia, sé que no es lo mismo que correr. No te da la misma confianza. Es duro.
P. ¿Por eso ya no hace el contraataque en carrera que le dio fama?
R. Es cuestión de atreverse a apoyar. Siempre lograba una bola muy alta, muy larga, que era la mejor que tenía. Inconscientemente, mi juego se ha ido adaptando a esos problemillas. Ahora no lo hago de forma tan agresiva, sino con pasitos más cortos, intentando no forzar tanto. A veces es un obstáculo. Psicológicamente te quedas chafado. Te dices: '¡Qué putada! Si pudiera estar tan bien físicamente como en 2005, ¡con lo mejor tenista que soy ahora!'.
P. Siempre ha jugado pensando en el número uno. Ahora, Novak Djokovic amenaza con quitarle el dos.
R. Siempre me he preocupado más por los de detrás que por el de delante. Federer siempre ha estado muy lejos. En cierto momento de la temporada, la prensa empezó a decir que podía ser número uno al final del año. En la clasificación anual estaba delante y él tenía que defender muchas cosas. El partido clave fue la final de Wimbledon.
P. ¿Qué pasó en el vestuario tras ella? Corre cada historia por ahí...
R. Aguanté la ceremonia bien, entero, para no actuar como un niñato. Cuando llegué a los vestuarios, me senté y, como es normal tras perder la final del torneo que más ilusión me hace, contra el número uno y con muchas oportunidades, me puse a llorar de rabia, de tristeza. Ha sido el único partido del año en el que he llorado y de los pocos que lo he hecho en mi vida. Fue muy igualado. Estuve 20 ó 25 minutos chafado. Cuando empezó a venir gente, me senté en una bañera. Me venían a animar. Les daba las gracias y les pedía que me dejaran solo. No me gusta que me vean llorar.
P. Antes, Toni, su tío y entrenador, llegó a proponer dejar de entrenarle.
R. Este año, cuando las cosas iban mal al principio, lo planteó. Dije que no. No era el problema. Me veía con coraje para cambiar la situación sin necesidad de otro. Toni es y seguirá siendo mi entrenador.
P. ¿Qué ha aprendido?
R. A tener un poco más de paciencia. Tengo más experiencia. Es importante cuando las cosas no van tan bien. Cuando las cosas van mal, me pongo nervioso, pero sé que lo lógico es que vuelva a jugar bien. Si no es mañana, será dentro de dos semanas, un mes, tres o cinco. Una vez que has estado arriba y te has demostrado a ti mismo que puedes... Por algo estás el dos. Uno no pasa de estar aquí a estar abajo. Es lo más importante de este año. Llevaba ocho meses sin ganar un título y estaba ansioso. Cuando gané en Indian Wells, empecé a jugar a un gran nivel. Muchas veces lo que necesitas es un clic.
P. ¿Ha cambiado su juego para lograrlo?
R. En tierra, he subido muchísimo más a la red y he hecho un estilo de juego un poco distinto, siempre con mi base de lucha e intensidad muy alta. Ahora puedo cortar la bola, subir y volear con más garantías. También he mejorado el saque. Me falta un poco de aceleración y esa confianza que me den esos 10-12 kilómetros más de velocidad para que el saque sea bueno de verdad.
P. También le falta ser más agresivo al resto.
R. Me olvido muchas veces. Es una cosa que tengo que trabajar porque no me es sencilla. Hasta que toco fondo, hasta que veo que lo hago muy mal, que juego demasiado defensivo, no me doy cuenta de que tengo que volver a ser agresivo.
P. ¿Le preguntan más a usted que a nadie por el dopaje?
R. No me siento más perseguido, pero sí maltratado. Muchas cosas me parecen ridículas. Cuando acabé el partido con Ferrer, tuve que estar hasta las 12 de la noche porque no me salía el pipí. Comí en el suelo.
P. Ahora un positivo se sancionará con cuatro años.
R. Un Frenadol, un Vicks Vaporub..., es dopaje. Nos tenemos que concienciar de que muchas veces un pequeño descuido es dopaje. No sé si Martina Hingis ha tomado cocaína. ¿Cree que eso le puede ayudar? Para mí, nada. Y, sin embargo, le destrozan la imagen. Me repugna la droga, pero hay cosas que no pueden ser. Los jugadores tendríamos que ser más solidarios y entre todos, que es cuando hay fuerza, protestar. Nos falta unión. Me voy todo diciembre y tengo que contar día por día dónde voy a estar. Es ridículo. Te dices: '¿Quién soy para que me traten como un delincuente?'
P. ¿Por qué parece que Federer se lesiona menos?
R. Por el calendario y porque juega de una manera que hace que sea más difícil que se lesione. Más suelto. Federer tiene unas condiciones innatas impresionantes, que seguro que yo también, pero con mucho más trabajo. No siento que me lesione más que los demás. Siento que el mínimo problema se hace un problemón. Este año sólo me perdí el torneo de Marsella.
P. ¿No jugó lesionado la final de Roland Garros?
R. Jugué todo Roland Garros con el pie dormido, infiltrado y con anestesia. No quise ir al hospital por no tener una pequeña duda en la cabeza. Sabía que no era nada serio. Me dolía. Fui al hospital después de la final y tenía una pequeña contusión.
P. En 2005 le afectó mucho su lesión en el pie. Este año ha estado parado mes y medio por las rodillas. ¿Le afectó igual?
R. Es distinto. Veía una salida. Sabía lo que tenía. Jugué porque era el Abierto de Estados Unidos, pero mentalmente ya no estaba fresco. No veía nada claro. Me quedé mal. Me hice unos análisis en Mallorca y todo lo tenía bastante mal: las defensas, el hierro... El médico me dio una semana de descanso y me fui a Ibiza. Ha sido una de las mejores semanas de mi vida.
P. ¿Qué pensó cuando Federer perdió contra González?
R. Que era un milagro.
P. ¿Es un problema que la temporada de tierra esté tan concentrada?
R. Es una gran desventaja. Me paso dos meses jugando mil partidos con la presión de ganar. Federer es distinto. Tiene muchas semanas sin nada. Yo, sin los puntos de tierra, no estaría en Shanghai. He hecho muy buena temporada fuera de tierra, pero, como me pase algo en esa gira, estaré mal todo el año.
P. ¿Se siente saturado?
R. A Hamburgo llegué sobrepasado. Hubo un momento en el que mi cabeza explotó, sobre todo contra Federer. Llevaba cuatro o cinco semanas jugando una final cada semana, con partidos duros y presión. Es todo el día pensando en lo mismo. Llega un momento en el que estás cansado.
P. A los chinos les sorprende el contraste entre su personalidad tranquila y su imagen guerrera.
R. No hago nada que haga que se me vea en otra onda de la que estamos los jóvenes normales de 20 años. Soy un niño, un chico normal y corriente.
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